"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

viernes, 13 de diciembre de 2013

Dominar a los demás y el liderazgo

Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.

Vale más humillarse con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos. Proverbios 16:18-19

 Una de las tantas definiciones de la palabra “liderazgo” expresa que es “el conjunto de capacidades que una persona tiene para influir en un grupo determinado, haciendo que el mismo trabaje con entusiasmo en el logro de metas y objetivos”.

Muchos, erróneamente creen que estar en una posición de liderazgo les permite ejercer el poder para dominar a los demás. Pero, muy al contrario, ser líder nos coloca más bien en una posición de servicio, desde donde podremos utilizar nuestras herramientas de trabajo que incluyen la persuasión, así como una influencia positiva.

Las madres y esposas ejercemos en la familia un liderazgo compartido con el esposo y padre. La familia está constituida por un grupo de personas unidas no tan solo por lazos de sangre, sino también por vínculos afectivos, y su propósito principal es eventualmente formar parte de la gran familia de Dios.

El ejercicio de este liderazgo descarta la represión y la intransigencia. Por el contrario, la bondad, la simpatía y la sensibilidad son algunos de los recursos más eficaces para guiar a una familia. Las madres que emplean órdenes arbitrarias y una autoridad punitiva pretendiendo conducir a su familia al reino de Dios, cometen un gran error y han de cambiar de metodología.

En el pasado muchas damas bien intencionadas arruinaron el carácter de sus hijos al asumir una actitud parecida. Apenas les permitían levantar la cabeza y contestar con un “sí” o un “no” a sus interpelaciones. De esa forma se le negaba al niño el derecho a ser escuchado y tomado en cuenta, algo que iba en detrimento de su condición de hijo de Dios. Era muy probable que ese mismo niño desarrollara sentimientos de inseguridad, así como una baja autoestima al llegar a la edad adulta.

Las madres que desean agradar a Dios y criar hijos para el cielo, deben practicar el dominio propio, la tolerancia y la rectitud, así como ejercer una autoridad basada en el amor. Este es el trato que nuestro Padre nos brinda a nosotras.

Madre, revisa hoy la autoridad que ejerces en tu hogar. Si encuentras algo que necesita ser cambiado, Dios te ayudará a lograrlo y tu familia lo agradecerá.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER

ALIENTO PARA CADA DÍA

Por: Erna  Alvarado

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