"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

lunes, 17 de febrero de 2014

Del sufrimiento al triunfo

“Jabes invocó al Dios de Israel diciendo: ‘¡Oh, si me bendijeras y ensancharas mi territorio, y si tu mano fuera conmigo, y me libraras del mal, que no me dañe! ’ Y Dios le otorgó lo que pidió”. 

1 Crónicas 4:10, NRV.

Salimos de nuestro país buscando un futuro mejor. Después de unos meses las cosas iban de mal en peor. No salían como habíamos planeado, pero estábamos seguros de que Dios nos daría lo mejor.

Un día nos encontramos con los documentos vencidos, con una niña pequeña, sin familiares, amigos ni nadie en quien confiar. Para peor, nos dijeron que teníamos que dejar inmediatamente el pequeño departamento que nos habían prestado para vivir. Sentimos que nos quitaban lo último que nos podían quitar. ¿Adónde ir? “Tienen dos días para salir de la casa y también del país”, nos dijo una voz seria y ronca.

Era la persona de la que menos esperábamos esa orden. Literalmente desfallecí, me puse a llorar desesperadamente. Lo único que me vino a la mente era mi pequeña hija. ¿Qué será de ella? Vi a mi esposo con el rostro desencajado por la angustia. Aunque aparentaba tranquilidad, por dentro sufría como yo… y se notaba.

En ese momento, mientras lloraba de dolor y amargura, vino a mi mente la oración de Jabes. En ese instante de miseria emocional, mientras lloraba de lástima por mí misma, Dios tocó mi corazón. Humillé mi alma, me arrodillé, clamé por sus promesas y le rogué que de verdad me bendijera.

Cuando me levanté, aunque todo seguía igual, yo sentía que mi vida había cambiado. Le dije a mi esposo que debía estudiar Teología y prepararse para servir al Señor, como siempre lo había querido. Ese era su sueño, pero las circunstancias económicas nos lo impedían. Yo estaba dispuesta a apoyarlo incondicionalmente. Confiando en el Señor partimos hacia el seminario. Pasamos por muchas dificultades, pero siempre sentimos la mano de Dios.

Mi esposo terminó sus estudios teológicos e ingresó en el ministerio, y aunque yo no he terminado mi carrera, soy la persona más feliz del mundo.

Tanto, que mi segundo hijo se llama Jabes.

Querida amiga, si te angustian los problemas materiales, cae de rodillas y haz la oración de Jabes. El Señor te otorgará lo que le pides.

Rocío Calderón Allcca de Valdez, Ecuador

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

2 comentarios:

  1. ¡Qué hermoso testimonio el de Rocío Calderón, amiga Erika! Me ha emocionado hasta las lágrimas. Dios te bendiga amiga, gracias por compartir palabras que dan vida, fe y esperanza. Un abrazo sincero. Ingrid Zetterberg

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