"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

martes, 8 de abril de 2014

En momentos difíciles

‘Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”. 

Salmo 91:15.

Vivíamos en Libertador San Martín, Entre Ríos, República Argentina, mientras mi esposo cursaba el tercer año de Teología. Ese año quedé embarazada de mi primera hijita. Al comienzo del embarazo todo estaba bien, tanto, que en enero viajamos a visitar a nuestra familia. En marzo comencé a sentirme mal, hasta que el dolor de cabeza se tornó insoportable. Fuimos al Sanatorio Adventista del Plata, donde una médica encontró mi presión muy alta, y decidió internarme para estabilizarla. Unos días después me enviaron a casa, pero fui hospitalizada en otras tres oportunidades.

A fines de abril mi doctora decidió trasladarme a una institución de alta complejidad, para someterme a una cesárea, ya que en ese lugar contaban con el equipamiento para atender a mi bebé de tan solo 30 semanas. Así nació Micaela el 24 de abril de 2001.

Era una bebé muy pequeña y frágil, pesaba solo 650 g.

Los médicos nos dijeron que difícilmente un bebé tan pequeño crecería sin tener graves daños cerebrales. A pesar de que orábamos para que ella se recuperara, su salud empeoraba cada día; bajaba de peso y no se podía alimentar.

Sufría de infecciones, pero nosotros, sin desistir, seguíamos orando.

El 12 de mayo Micaela sufrió una infección generalizada. Nos dijeron que probablemente no pasaría la noche. Desesperados de dolor entendimos que teníamos que orar de una manera diferente y pedir al Señor que hiciera su voluntad, algo que no habíamos hecho hasta ese momento.

Aquella madrugada nuestra querida bebé falleció. El dolor nos traspasaba, y nos aferramos fuertemente al Señor para no flaquear. Yo tuve que  luchar contra la depresión, pero Dios nunca me abandonó.

Hermana querida, si estás pasando por una situación de dolor similar o diferente, te animo a que jamás pienses que el Señor no te escucha. Él está a tu lado como lo estuvo conmigo y es su Santo Espíritu quien nos consuela, nos alienta y nos sostiene a pesar del dolor que tengamos que afrontar en esta vida. Sé que pronto vendrá a buscarnos, entonces me entregará a mi pequeña Micaela para nunca más separarme de ella.

Rosana Edith Bravo de Velásquez, Uruguay

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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