"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

jueves, 10 de abril de 2014

Enciende mi lámpara

“Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas”. Salmo 18:28.

Era una oscura noche de otoño en aquella casa de campo. La reunión familiar y nuestro juego infantil habían culminado, mientras la única lámpara encendida era apagada.

¡Qué alegría era para mí visitar el campo de mis  abuelos! Todo era perfecto hasta que llegaba la noche.

La absoluta oscuridad y el ladrido permanente de los perros no me permitían conciliar el sueño.

Acostada sola en aquel catre, junto a la ventana, entre lágrimas exclamé: “¡Mamá, tengo miedo, no puedo dormir aquí!” Entonces, oí su voz dulce y segura: “Tranquila, duerme y no tengas temor”.

La oscuridad y las tinieblas son sinónimos de inseguridad y miedo. La luz, en cambio, es sinónimo de seguridad y certeza. En la parábola de las diez vírgenes invitadas a la boda, el mensaje es muy claro: las lámparas debían permanecer encendidas.

Las lámparas cumplían una función muy importante en los tiempos bíblicos. Ardían toda la noche aun en los hogares más humildes. La mujer virtuosa nunca permitiría que la lámpara de su hogar se apagara (Prov. 31:18). David, haciendo referencia a aquellas lámparas, las compara con nuestra vida: “Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas” (Sal. 18:28). En otras palabras: Señor, tú enciendes mi vida, la llenas de luz para que pueda irradiarla a los que me rodean y caminar segura aun en medio de las tinieblas.

Cada mañana necesitamos recibir la luz de Dios, nuestro Creador y Sustentador. Nuestra vida es una lámpara que debemos mantener limpia, despabilada, llena de aceite y a la vista, ya que no sabemos hasta dónde puede llegar la luz que irradia. Una lámpara puede ser muy fina, costosa y original, pero si no alumbra, solo será un adorno que, con el tiempo, envejecerá y perderá su encanto.

Busquemos cada día llenar nuestra vida de la Luz Verdadera, la única que nos permitirá transitar seguras aun en incertidumbre y tinieblas. ¡Qué alentador será escuchar la voz del Señor diciendo: “Tranquila, camina y no tengas temor”!

Que al comenzar este día puedas exclamar: “¡Padre: enciende hoy mi lámpara, sé mi luz en las tinieblas! ¡Que mi vida pueda irradiar tu luz!”

Myriam Peiretti de Presser, Argentina

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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