"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

martes, 2 de febrero de 2016

Lo malo de ser original




«Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11:1, NVI)

Un aspirante a escritor envió su manuscrito a una editorial para que se lo publicaran. Regresó días más tarde a preguntarle al editor qué opinión le merecía.

– Y bien, ¿qué le ha parecido? – preguntó el joven.

– Su manuscrito es bueno y original – respondió el editor –. El problema es que la parte que es buena, no es original; y la parte que es original, no es buena.

El principio está claro: «Si aspiras a ser escritor, copiar no es un buen comienzo. Encuentra tu estilo, tu propia voz, y algún día lo lograrás». En el ámbito espiritual, sin embargo, se aplica el mensaje opuesto: Si aspiras a ser cristiana, cuanto más se parezca tu carácter al de Jesús, cuanto más plagio de él haya en las páginas que escribes día a día, más perfecta será la obra de tu vida. La clave está en dejar a Jesús actuar en ti. Entonces, lo mejor que te podrá pasar es que llegues a oír de labios del gran Editor de ese manuscrito que eres tú: «Lo bueno que hay en ti, no es original; y lo que tienes de original, no es bueno». Dicho en otras palabras: «Lo que hay de original en ti proviene del pecado, por eso no es bueno. Pero veo algo bueno en ti, y es que dejas a mi Hijo entrar en tu corazón y actuar en tu vida».

Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, «pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina» (La educación, cap. 1, p. 15). Desde entonces, en aras de nuestra propia originalidad, hemos ido tomando decisiones que nos han alejado del plan de Dios. Si algo queda de «bueno» en nosotros no es original nuestro, sino que es única y exclusivamente obra de Jesús. Pablo fijó el principio que debe guiarnos: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11:1, NVI). Por eso, dejemos de buscar nuestro propio estilo, no prestemos tanto oído a nuestra propia voz, únicamente sigamos a Cristo.

¿Intentaremos ser como Jesús o seguiremos imitando las modas, tendencias y filosofías de este mundo, que en su afán por ser original se aparta cada vez más de Dios? ¿Reconoceremos que lo que pueda haber de bueno en nosotras lo pone él en nuestra vida? No podemos cambiar nuestro nacimiento, pues todos nacemos según el pecado «original», pero sí podemos decidir morir siendo una copia: una copia de Jesús.

“Todos nacemos originales y morimos copias” – Carl Jung

Tomado de: Lecturas devocional es para Damas 2016
“Ante todo ser cristiana”
Por: Mónica Díaz


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