miércoles, 24 de febrero de 2016

¿Seremos todos salvos?

“Esto es bueno y agradable delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Timoleo 2:3, 4

SIGNIFICA “TODOS […] son justificados” lo mismo que “todos son salvos”? Ojalá. Hay una enseñanza denominada “universalismo” que declara que, al final, Dios sal vará a cada ser humano que haya vivido alguna vez, incluyendo a Adolf Hitler, Stalin, Idi Amin, Bokassa, Osama bin Laden, y a ti y a mí. Al final, todo el mundo se salva.

Y, en el fondo de mi corazón, tengo que creer que el propio Dios quisiera que esto fuese cierto, ¿no crees? Si tú fueras el Padre, ¿no anhelarías que todo hijo tuyo acabara salvándose? ¡Cuántas veces he escuchado cuando padres desconsolados se angustiaban por las decisiones que tomaban sus hijos! ¿Hay algún padre en el mundo que no haría casi cualquier cosa por garantizar que un hijo suyo acabara salvándose? Dios, sin duda, conoce ese anhelo.

Por eso las Escrituras están llenas de versículos como nuestro texto de hoy. “Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres” (1 Tim. 4:10). “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad” (Tito 2:11). “Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra” (Isa. 45:22, NVI). “El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos” (2 Cor. 5:14, NVI). “Todos”, “toda”, “todos”, “todos”: observa la repetición. “El Señor […] no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Ped. 3:9, NVI). Está claro que Dios desea universalmente que todos sus hijos de la tierra acudan a él, que todos ocupen su lugar entre sus elegidos.

Sin embargo, aunque la Biblia enseña la provisión de la salvación universal, no sugiere la aceptación universal de la salvación. Dios absuelve a todos, pero no todos lo aceptan. Y por eso Dios no salvará a toda la raza humana. Valora demasiado nuestra libertad de elección como para obligar a todos a elegirlo a él y ser salvos. Para que el amor sea amor, debe no solo concedernos el derecho a decirle Si; también debe concedernos el derecho a decir NO. De ahí los tribunales de pleitos matrimoniales y los corazones rotos, porque no puede imponerse el amor. Y Dios no poblará el cielo con gente que no quiera estar allí.

Pero tú quieres estar allí y yo quiero estar allí. Y el evangelio eterno declara que Dios ha hecho todo lo divina y humanamente posible para garantizar que todos estemos allí.

Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2016
“El Sueño de Dios para Ti, Tú Eres el Elegido”
Por: Dwight K. Nelson

viernes, 12 de febrero de 2016

NO COMAS DE SUS DELEITES


No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los que hacen iniquidad;
y no coma yo de sus deleites. Sal. 141:4.

Gladys entró a mi camarín aquella noche, con ojos llorosos. El mensaje presentado había tocado su corazón. Estaba emocionada. Se sentó delante de mí, suspiró profundamente y dijo: "Desde que era niña me deslumbraban los escenarios, las luces, el brillo de la fama y los aplausos. Hoy tengo todo eso, pero no soy feliz. Me siento más vacía, triste y derrotada que nunca.”

Gladys era. una famosa artista de televisión. Había sido criada a partir de principios y valores cristianos, pero en su adolescencia abandonó todo e inició una carrera desenfrenada en busca de lo que consideraba que era lo más importante en la vida.

Aquella noche, después de muchos años, muchas heridas abiertas, lágrimas y noches sin dormir, atormentada por el peso de la culpa, siendo una joven hermosa, admirada y famosa, aceptó la invitación de un amigo para asistir al estadio y oír la palabra de Dios.

El Espíritu de Dios tocó su corazón. Y ahora se encontraba allí, delante de mí, con ojos llorosos y diciendo: "No vale la pena todo lo que he alcanzado. Lo cambiaría todo por una noche en paz con Dios. A veces me gustaría volver a ser una niña, y dormirme escuchando las historias de la Biblia que mi madre me contaba".

"Y no coma yo de sus deleites", afirma el versículo de hoy, refiriéndose a las atracciones que el pecado ofrece. Esto es incuestionable. El pecado atrae. Es un "deleite". De otro modo, no tendría tantos consumidores. Pero lo que no nos muestra es el peso de la culpa, las noches de insomnio, la angustia y la desesperación que sofoca el corazón del pecador.

El mal y la práctica de la perversidad están a nuestro lado todo el día, todo el tiempo, ofreciéndonos sus "deleites" y manjares. Deslumbrando, seduciendo, cautivando. La única seguridad es Jesús. Él es capaz de proteger nuestro corazón de las atracciones efímeras de este mundo. Por eso, no te atrevas a iniciar este día sin tener la certeza de que Jesús está a tu lado. Ábrele tu corazón, clama como el hijo necesitado clama por ayuda a su padre, y pide: "No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, a hacer obras impías con los que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites".

VIERNES, 12 DE FEBRERO DE 2016


Alejandro Bullón


martes, 2 de febrero de 2016

Lo malo de ser original




«Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11:1, NVI)

Un aspirante a escritor envió su manuscrito a una editorial para que se lo publicaran. Regresó días más tarde a preguntarle al editor qué opinión le merecía.

– Y bien, ¿qué le ha parecido? – preguntó el joven.

– Su manuscrito es bueno y original – respondió el editor –. El problema es que la parte que es buena, no es original; y la parte que es original, no es buena.

El principio está claro: «Si aspiras a ser escritor, copiar no es un buen comienzo. Encuentra tu estilo, tu propia voz, y algún día lo lograrás». En el ámbito espiritual, sin embargo, se aplica el mensaje opuesto: Si aspiras a ser cristiana, cuanto más se parezca tu carácter al de Jesús, cuanto más plagio de él haya en las páginas que escribes día a día, más perfecta será la obra de tu vida. La clave está en dejar a Jesús actuar en ti. Entonces, lo mejor que te podrá pasar es que llegues a oír de labios del gran Editor de ese manuscrito que eres tú: «Lo bueno que hay en ti, no es original; y lo que tienes de original, no es bueno». Dicho en otras palabras: «Lo que hay de original en ti proviene del pecado, por eso no es bueno. Pero veo algo bueno en ti, y es que dejas a mi Hijo entrar en tu corazón y actuar en tu vida».

Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, «pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina» (La educación, cap. 1, p. 15). Desde entonces, en aras de nuestra propia originalidad, hemos ido tomando decisiones que nos han alejado del plan de Dios. Si algo queda de «bueno» en nosotros no es original nuestro, sino que es única y exclusivamente obra de Jesús. Pablo fijó el principio que debe guiarnos: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11:1, NVI). Por eso, dejemos de buscar nuestro propio estilo, no prestemos tanto oído a nuestra propia voz, únicamente sigamos a Cristo.

¿Intentaremos ser como Jesús o seguiremos imitando las modas, tendencias y filosofías de este mundo, que en su afán por ser original se aparta cada vez más de Dios? ¿Reconoceremos que lo que pueda haber de bueno en nosotras lo pone él en nuestra vida? No podemos cambiar nuestro nacimiento, pues todos nacemos según el pecado «original», pero sí podemos decidir morir siendo una copia: una copia de Jesús.

“Todos nacemos originales y morimos copias” – Carl Jung

Tomado de: Lecturas devocional es para Damas 2016
“Ante todo ser cristiana”
Por: Mónica Díaz