jueves, 11 de julio de 2013

Reflexión


CASTILLO DE CABALLEROS



El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Salmo 91:1-3

Lugar: Siria
Casi mil años más tarde, Krak des Chevaliers, conocido como el Castillo de los caballeros, todavía sigue en pie. Es el castillo más fuerte de las Cruzadas, y quizá la mayor fortaleza del mundo. Podemos subir a sus torres, explorar sus pasadizos angostos y comprobar por uno mismo cómo soportó por los menos doce sitios enemigos.
Krak des Chevaliers es una estructura impresionante a la vista. Se encuentra a 700 metros de altura sobre el nivel del mar, sobre la ladera de una montaña. Por causa de su ubicación, solo uno de los lados del castillo era vulnerable a los ataques; y, por supuesto, esa parte estaba sumamente fortificada. El enemigo debía cruzar una zanja externa y luego penetrar murallas exteriores, de varios metros de espesor.
Acceder al castillo por la entrada principal tampoco era muy fácil. El camino de acceso era no solo empinado, sino también estaba construido en forma de zigzag, de manera que los caballeros del castillo podían divisar fácilmente a los soldados enemigos y detenerlos.
Aun si el enemigo lograba entrar por la entrada principal, todavía tendría que encontrar la manera de cruzar el profundo foso lleno de agua; y después, había más murallas que cruzar, murallas de 24 metros de grosor en la base. Un largo sitio tampoco sería exitoso, porque la fortaleza era lo suficientemente grande como para almacenar alimento para más de un año.
Una fortaleza fuerte es un buen lugar para permanecer durante un ataque enemigo. Y así describe la Biblia a Dios. El Salmo 91 dice: “El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: ‘Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío’. Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas”. Sí, Dios quiere ser nuestro refugio y nuestra fortaleza… Él nos mantendrá a salvo.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Menores 2013
“En algún lugar del mundo”


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