domingo, 1 de septiembre de 2013

El Don de la Maternidad

A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 113: 9

La maternidad es un privilegio que Dios ha concedido a las mujeres. Aunque él nos ha creado a todas para que seamos madres, no todas tendremos hijos. La naturaleza femenina, salpicada de rasgos celestiales, nos ha dado la capacidad de engendrar, criar y cuidar de otros seres humanos, pero muchos son los hogares que no poseen hijos propios. Son incontables los matrimonios sin hijos que han adoptado o criado niños que han considerado como suyos. Algunos son hijos de crianza y otros adoptados con todas las de la ley; en cualquier caso, esa obra puede representar la salvación del niño, además de que aportara alegría y felicidad a un hogar.
Cuando un vientre no puede engendrar, se abre para la mujer una nueva posibilidad, gracias a la cual puede «dar a luz» por medio del corazón. Un alumbramiento de ese tipo hará asimismo que resurjan todas las inclinaciones maternales que Dios ha conferido a cada mujer: ternura, cariño, dulzura, apego, calidez y amor.
Hay mujeres que pasan toda su vida deseando ser madres. Buscan el embarazo como un modo de realización personal, y al no lograrlo terminan desperdiciando toda la ternura y el calor de madre que Dios ha puesto en ellas. Algunas incluso se vuelven duras e indiferentes. Pero hay tantos seres indefensos que viven sin el amor de una madre: bebés, niños y jóvenes que anhelan ser abrigados por unos brazos maternales. Ese es un buen terreno para compensar los anhelos de una maternidad frustrada. Alguien que así actúe, no debe considerarse como una «madre sustituta», sino como una madre genuina. Si ese es tu caso, te animo a dar lo mejor de ti. Tú estás capacitada para crear vínculos maternales y filiales, duraderos y profundos, que te retribuirán grandes y especiales bendiciones.
Si no han llegado los hijos en el tiempo que esperabas, no cierres tu corazón a la maternidad. Acércate a los niños que sufren abandono, y sé para ellos una madre genuina. Tu vida se llenará de nueva alegría y harás una obra de incalculable valor. Cuando el anhelo de la maternidad intente brotar en tu vida, no lo reprimas Recuerda que toda mujer puede, de una forma u otra, ser madre.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado

 

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