jueves, 12 de septiembre de 2013

Perdonar No es Olvidar

Al primero lo llamó Manasés, porque dijo: «Dios ha hecho que me olvide de todos mis problemas, y de mi casa paterna» (Génesis 41: 51).

Olvidar no es lo mismo que perdonar. Si te pones a pensar, te darás cuenta de que nadie puede perdonar aquello que ha olvidado. De hecho, cuando las heridas que otros nos han hecho son profundas y nos han lastimado, cuando el dolor del recuerdo perdura en la memoria, es cuando enfrentamos realmente la crisis del perdón. Este hace posible que sanemos la memoria.
En algunas circunstancias es bueno olvidar las heridas que otros nos han hecho. Si estas son triviales y poco profundas, debemos olvidarlas y dejar que se sanen solas. No podemos andar por la vida como ropavejeros, cargando un saco de recuerdos dolorosos y sin mayor significado. Hay, sin embargo, heridas más profundas y graves. Necesitan que se les aplique un tratamiento para atenderlas oportunamente. De otra manera se infectarán y envenenarán todo nuestro ser.
Una vez que hemos perdonado es posible olvidar. ¿Qué significa esto? La historia de José es un buen ejemplo.
Sus hermanos lo vendieron como esclavo injusta y traidoramente. Génesis 41: 51 dice que Dios hizo olvidar a José los problemas y la, casa de su padre donde había sufrido tanto. ¿Olvidó José el odio y las palabras crueles de sus hermanos, el día que le quitaron el manto de colores, lo insultaron de distintas maneras y lo lanzaron cruelmente al foso? ¿Acaso fue cuando se sentaron a comer y lo abandonaron para que muriera de hambre? ¿Y cuando regatearon el precio para venderlo como esclavo, la agonía y el terror que se apoderó de él mientras cada uno de. sus hermanos se negó a escuchar su clamor para que lo liberaran? En realidad no olvidó. Cuando volvió a ver a sus hermanos muchos años después recordó a cada uno por su nombre, el orden en el que habían nacido y quiénes habían sido más crueles con él. Entonces, ¿en qué sentido olvidó? En el sentido de que renunció a la venganza, en el sentido de que amaba a sus hermanos como si no le hubieran hecho daño. Es decir, olvidó el dolor y la ira asociados con la herida. José había sanado y por lo tanto pudo olvidar.
Ya que vivimos en un mundo tan cruel, es posible que alguien te haya herido. Sería bueno que tú también empezaras hoy a perdonar para que puedas olvidar y sanar. Con la ayuda de Dios puedes lograrlo. Decídete.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

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