miércoles, 30 de octubre de 2013

Consolados en su Precensia

En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en el.
(Efesios 3: 12)

Siempre que nos acercamos a una persona, sentimos una emoción definida en su presencia. Quisiéramos evitar algunos encuentros; otros quisiéramos repetirlos. depende enteramente del juego de sentimientos entre las dos personas. La mayoría de estos sentimientos dependen de si nos sentimos exaltados o disminuidos en la presencia de la otra persona.

A juzgar por el versículo de hoy, ¿como se sentiría Pablo en la presencia de Dios? ¿Se sentiría tenso, limitado e intimidado delante de Dios? ¿Vendría vacilante delante de su Padre, deseando estar en otra parte? Parafraseando este comentario a los Efesios, tal vez podríamos escuchar a Pablo diciendo: "Siento libertad en la presencia de mi Dios... Porque lo conozco. Confió en su amor y aceptación permanentes. No necesito tratar de impresionarlo, ni participar en juegos mentales, ni en empresas ansiosas para hacerme valorar ante El; porque estoy seguro de su actitud hacia mi. Fue representada por Jesús".

Algunos no encontarian satisfactorio este punto de vista, y declararían que los pecadores no tienen derecho a sentirse cómodos en la presencia de un Dios santo. Temen que tal confianza resultara en una rebaja de nuestros esfuerzos para vencer el pecado, o que disminuirá  nuestra percepción del oído que Dios tiene por el pecado. Pero hay una diferencia entre sentirse cómodos en la presencia de Dios como pecadores, y sentirse cómodos mientras pecamos a pesar de la presencia de Dios. Porque el que "nos consuela en todas nuestras tribulaciones " (2 Corintios 1: 4) nos sana por  su cálida proximidad, de modo que ya no necesitamos seguir pecando.


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