¿Dónde podremos encontrar Paz?
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
Sentada frente a mí, con el rostro enrojecido por las lágrimas y la voz entrecortada por el dolor, me preguntó en un lamento: “¿Dónde puedo encontrar paz. . Su matrimonio estaba en ruinas, a punto de venirse abajo; sus hijos iban y venían, del hogar de los tíos al de los abuelos, sin estabilidad física ni emocional.
Ella, por su parte, también iba de un lugar a otro mientras cargaba su dolor. En aquel momento no supe qué decirle; pedí al Señor que me diera entonces alguna respuesta. Sin embargo, nada sucedió. El plan de Dios era otro.
Lo que nos provee paz no es la ausencia de problemas y de dificultades, sino más bien la actitud que tenemos frente a todo ello. La confusión mental que nos produce una crisis, podría hacer que nos veamos sumidas en un caos generalizado.
Cuando las facultades físicas, emocionales y espirituales, se ven perturbadas, podríamos muy bien llegar al límite de nuestra capacidad de resistencia.
Ahora, después de haber podido reflexionar por largo tiempo en todo lo anterior, se me ocurre una respuesta a la pregunta que me hizo aquella mujer, y que no supe darle en su momento. Únicamente podemos encontrar la paz en Dios, y florecerá en nuestro interior, a pesar de los problemas que enfrentemos en determinado momento. Nuestro Señor Jesucristo nos dejó un mensaje especial al respecto: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27).
Nuestro fundamento reside en el poder de Dios y en su deseo de otorgarnos protección permanente y constante. Para recibir la paz de Dios, antes tenemos que pedirla con fe y permanecer en quietud para que él pueda actuar. Si nos movemos, si nos agitamos, corremos el riesgo de desconocer la voluntad divina y tomar decisiones contrarias a lo que él tiene preparado a favor nuestro. Bien nos lo dice el salmista: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios” (Sal. 46:10).
Amiga, no importan las circunstancias de este día. Enfréntalas con la paz de Dios y sé feliz.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
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