miércoles, 13 de noviembre de 2013

UN GRAN PELIGRO



En el libro de Hebreos, Pablo no solo se concentra en la comprensión teológica del sacrificio de Cristo, sino también explica algunas de sus implicaciones prácticas. En varios lugares muestra lo que sucede si alguien ignora este sacrificio.
Lee Hebreos 6:4 al 6, y 10:26 al 31. ¿Acerca de qué nos advierte Pablo? ¿Qué clases de actitudes describe él?
En el libro de Hebreos, Pablo demuestra cuán magnífica es la salvación de Dios, cómo se reveló Dios, qué hizo y está haciendo por los creyentes. Sin embargo, hay por lo menos un problema que Pablo tuvo que atender. Es el peligro de que el sacrificio de Cristo pudiera gradualmente ser dado por sentado. Describe este peligro como un “deslizarse” de la meta (Heb. 2:1). La imagen que está detrás de las palabras de Pablo es la de un barco que está desviándose de su ruta y no llega al puerto de destino. La tarea principal es mantenerse en el rumbo.
Algunos de aquellos que rechazan a Dios lo hacen deliberadamente, lo que significa que su vida después de recibir el evangelio es virtualmente la misma que antes de recibirlo. Esas personas no tienen, en realidad, ningún sacrificio eficaz por sus pecados (Heb. 10:26-31). Sin embargo, parece que no muchos creyentes rechazarían directamente el sacrificio de Cristo o aun pensarían en tal cosa. No obstante, Pablo da la alarma. El verdadero peligro de descuido y negligencia es que a menudo es un proceso sutil y muy gradual. La transición puede no ser notada. Lentamente, la obra de Cristo no se aprecia lo suficiente, del mismo modo que Esaú dejó de apreciar su primogenitura (Heb. 12:15-17). El sacrificio de Cristo nunca debería llegar a ser tan familiar que lo consideremos como algo común.
Pablo no quiere hacer que sus lectores tengan temor; sin embargo, necesita mostrarles las consecuencias de desviarse de Dios. No quiere que tal cosa suceda. Del lado positivo, él los anima vívidamente a “retener” todas las cosas acerca de su salvación (Heb. 3:6, 14; 10:23) y a fijar sus ojos en Jesús (Heb. 12:2).



¿Qué sucede contigo? ¿Has llegado a estar “acostumbrado” a la asombrosa verdad acerca de la cruz? ¿Por qué es algo que no debemos hacer? ¿Cómo podemos protegernos del peligro del cual Pablo nos advierte?

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