El camino del Señor
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6.
Cuando era joven soñaba con el hogar que deseaba formar, y oraba mucho para que ese sueño se hiciera realidad. Mi niñez y adolescencia habían sido difíciles, e interiormente anhelaba tener un hogar cristiano y feliz, que tuviera a Jesús como centro.
Pasé por situaciones terribles hasta que Dios puso en mi camino al hombre de mis sueños: cristiano ferviente y con un anhelo semejante al mío. Juntos, fundamos un hogar feliz, que Dios bendijo con la llegada de una niña primero, y luego de un varón.
A mi esposo le encantaba jugar con nuestros hijos como un niño más, y eso fue muy importante para ellos. Mientras fueron pequeños yo no trabajaba fuera de casa, pues sentía que ellos me necesitaban tiempo completo.
Me gustaba observar sus progresos: cómo aprendían a vestirse, a calzarse, a valerse por sí mismos. Era vital para ellos adquirir independencia -con un poco de ayuda-, y a medida que crecían les delegábamos mayores responsabilidades.
Deseábamos intensamente que conocieran a Jesús y tratamos de ponerlos en contacto con él desde antes de nacer. Los cultos de la mañana y la tarde eran citas de honor, y apenas tuvieron capacidad para ello, comenzaron a participar.
Con mi esposo siempre tratamos de evitar los desacuerdos en presencia de nuestros hijos y decidimos que, jamás, ninguno de los dos desautorizaría al otro. Por momentos no fue fácil, requería mucho control y mucha oración.
La disciplina también fue muy importante, y comenzamos a aplicarla desde que nacieron. La administramos con amor y oración, siempre dependiendo el Señor. Los niños debían tener claras las normas de convivencia, y estar seguros de que estaban fundamentadas en el amor a Jesús y debían ser obedecidas.
Por la gracia de Dios, nuestros hijos crecieron armoniosamente, estudiaron carreras de servicio, formaron hogares cristianos y siguen la misma línea de disciplina con sus propios hijos. Guiar a nuestros hijos en el camino del Señor fue la tarea más sagrada que enfrentamos como padres, pero la promesa divina se cumplió inexorablemente: “aun cuando fuere viejo, no se apartará de él”.
Mary Nikolaus de Vergan, Argentina
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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