Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro
Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. Salmo 144:12
Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro”, son las tres cosas que dan significado y sentido a la vida, según palabras del prócer cubano José Martí.
Esta frase inspirada propone que el cumplimiento de esas tres tareas hará que nuestra vida sea completa y nos lleve a la autorrealización.
Sin afán de tergiversar lo que el poeta quiso decir, me atrevo a hacer una interpretación libre de esta frase. Los tres actos mencionados por el poeta representan el deber que cada ser humano tiene de dejar cosas buenas a su paso por la vida.
No todos tendrán hijos ni podrán escribir un libro, pero sí han de dejar una huella positiva para la posteridad.
Es también el deseo de Dios que criemos a nuestros hijos hasta que lleguen a ser semejantes a plantas frondosas. Ellos necesitan ser tocados por la mano cálida y amorosa de una mujer cristiana que les devuelva el sentido de valor personal.
Cuando hayamos hecho eso habremos cumplido con las primeras encomiendas del poeta, pero sobre todo con las de Dios.
Por otro lado, nuestra vida es semejante a un libro en el que escribimos una historia personal a diario. Debemos asegurarnos de que todo lo que quede registrado en él dé testimonio de un comportamiento santo y de una conducta digna de la mujer que asegura ser discípula del Maestro de Galilea.
Hay muchas almas que necesitan recibir el poder transformador del evangelio.
Dios te necesita hoy, ofrécele ser su instrumento de bendición. Únicamente él sabe cuánto bien podrás lograr si le entregas tu vida.
Amiga, asume tu trabajo hoy con una hermosa promesa de Dios: “Queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58).
Quizá hemos sembrado y hemos criado hijos, escrito un libro en las páginas de su vida o en las vidas de ellos en caso de que hayan sido varios. Solo nos resta esperar la cosecha el día que el Señor pase la hoz. Ojalá que allí veamos a toda madre cristiana gozándose con sus hijos, y a ellos con sus progenitores.
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