El gran día de Victoria
"Y los muertos en Cristo resucitarán primero”. 1 Tesalonicenses 4:16.
Tengo la alegría de compartir con mi esposo el trabajo pastoral, lo que nos ha permitido conocer muchos lugares y a muchas personas que aman al Señor, y a otras que lo buscan de corazón.
En la Iglesia de Mar del Plata, República Argentina, atendimos varios lugares de culto y atesoramos muchos amigos, que se han transformado casi en miembros de nuestra familia carnal. En una de esas iglesias conocí a Victoria, quien a pesar de su edad avanzada, había trabajado varios años ayudando a otra hermana ciega en los quehaceres domésticos.
Durante ese tiempo la hermana no vidente le hablaba continuamente a Victoria del amor de Dios, pero ella no se decidía a entregarse a Jesús.
Victoria sufría de una enfermedad que finalmente la obligó a dejar de trabajar, y fue entonces cuando decidió sellar su pacto con Jesús mediante las aguas del bautismo.
Un día, fue necesario internarla y programar su operación, pero los médicos cambiaban continuamente las fechas porque que ella no estaba en condiciones de soportar una operación. En su cama, ansiosa por salir de la clínica, ocupaba su tiempo dictando poesías a las personas que la cuidaban día y noche.
Una mañana fuimos a visitarla y muy feliz le dijo a mi esposo: “Por fin, pastor, hoy es mi gran día. Terminará el sufrimiento que me aqueja, saldré de aquí y compartiré el amor de Dios con otros”. Cuando era llevada a la sala de operaciones, iba contenta y muy entusiasmada.
Mientras todos los hermanos orábamos por el éxito de su intervención quirúrgica, lo que nadie imaginaba es que realmente para Victoria ese fue su “gran día”, ya que el Señor la llamó al descanso en la sala de operaciones. Cuando ella abra nuevamente sus ojos, su sufrimiento habrá desaparecido, su cuerpo será transformado, podrá ver el rostro del Señor y su alegría será eterna.
Oremos para que cada una de nosotras podamos tener la alegría de entregarnos diariamente al Señor, y que cada día sea nuestro “gran día de victoria”, “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitaran primero” (1 Tes. 4:16).
Liliana Ríos de Gauna, Argentina
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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