martes, 11 de marzo de 2014

Examina mis pensamientos.


“Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras Jeremías 17:10.

-Hola, Lidia, ¿Cómo está?

Por el tono de su voz noté que estaba muy bien. Era raro que Lidia estuviera contenta después de tantos años de estar triste, aunque tenía sobradas razones para ello, porque una enfermedad la había dejado ciega. Como cualquier persona inteligente, y ciertamente Lidia lo era, había consultado a los mejores especialistas, incluso de Europa y Estados Unidos. Todos coincidieron en el diagnóstico: la ceguera total llegaría irremediablemente.

Y así fue. Estudiamos juntas la Biblia, pero le era muy difícil confiar totalmente en Dios.

Pasaron los años y por el trabajo de mi esposo nos separamos. Solo nos comunicábamos por teléfono. Hubo un año de silencio, y cuando esta vez escuché su voz me asombré por su tono alegre y positivo.

-¿Qué pasó, Lidia? La noto contenta, ya no tiene esa voz apesadumbrada, ¿qué ha sucedido?

Su respuesta me enseñó una lección perdurable:

-¡Es que aprendí a elegir mis pensamientos!

-¿Cómo es eso?

-Es fácil, cuando me vienen pensamientos tristes, de miedo al futuro, de lástima por mí misma, los cambio por otros positivos. Ahora elijo los pensamientos que voy a cultivar.

Puse en práctica el método de Lidia, ¡y cuánto bien me ha hecho! Somos lo que pensamos. “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7). Salomón nos hace esta advertencia porque él sabía que sus pensamientos lujuriosos lo habían apartado de Dios. Por eso es tan importante elegir los pensamientos que cultivamos.

Miremos el lado positivo de la vida, y confiemos en el Señor, y cuando nos vengan a la mente pensamientos negativos, recordemos: “Es vuestro deber dominar vuestros pensamientos.

[...] Podéis pensar que no es pecado permitir que vuestros pensamientos divaguen sin restricción. Pero no es así. Sois responsables ante Dios por acariciar pensamientos vanos; [...] Gobernar vuestros pensamientos, y entonces os será mucho más fácil gobernar vuestras acciones. Vuestros pensamientos necesitan ser santificados” (Elena de White, Joya de los testimonios, t. 1, p. 298).

Nelfy Goltz de De Sonsa Matías, Argentina

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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