lunes, 17 de marzo de 2014

¿Vivos o muertos?

A veces caemos en el error de pensar, “para qué trabajar para Dios en esa área, si ya hay quién lo haga, ellos no me necesitan”. Quizá algunos incluso han pensado que unos trabajos no son dignos de ellos y que preferiblemente deberíamos estar haciendo otra cosa para el Señor. Pero que equivocados al pensar que somos indispensables para la obra de Dios, que sin nosotros no funcionara como debe funcionar. Que equivocados estamos al pensar que Dios nos necesita, pero queremos hacernos los difíciles o los desentendidos. Mi querido amigo, quien necesita el trabajo eres tú, eres tú quien necesita de Dios. Tú serás el único beneficiado, sin ti de igual manera la obra funcionará y se terminará, pero tú sin tu trabajo para Dios estarás incompleto, o es que acaso ¿qué es tu fe si no va acompañada de obras?
Quizá te sea difícil sentir el deseo de trabajar en la obra del Señor, quizá es difícil pensar en obtener una responsabilidad o imaginarnos que debemos entregar parte de nuestro tiempo para el servicio a Dios. Le tememos al compromiso o no nos sentimos listos para ser una cara visible de Cristo ante la sociedad.
¿Has pensado por qué te cuesta tanto? ¿Has pensado por qué no estás allá trabajando como los demás para Dios? ¿Por qué faltas a los compromisos que te haces y al final de cuentas pareciera que ni te importara? La razón por la que seguimos estancados y no podemos avanzar en la obra de Dios es simplemente porque creemos que hemos muerto, pero en realidad aún nos encontramos vivos. Somos como zombies, aparentemente hemos muerto pero en realidad nos encontramos vivos al viejo yo.
Mi querido amigo, muere con Cristo, muere a las apariencias, muere a los prejuicios, muere a los comentarios mal intencionados, muere a la falta de disposición, muere al viejo hombre que prefiere gastar su tiempo en cosas que no te llevan a tu meta final junto a Cristo Jesús.
Hoy he venido a decirte que tu fe necesita ser viva, levántate de esa silla, acepta el privilegio, colócate a la disposición del Maestro y estando en ese lugar entenderás que quien lo necesitaba eras tú, no él.
Escrito por: Jazmin Barros Navarro
Narrado por : Jazmin Barros Navarro

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