miércoles, 30 de abril de 2014

Esfuérzate y sé valiente

“Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas”. Josué 1:9, DHH.

Agradezco a Dios por haberme permitido nacer en un hogar cristiano y campesino. El campo demanda trabajar esforzadamente para obtener recursos para sobrevivir.

Desde pequeña, mis padres me daban tareas adecuadas a mi edad. A medida que crecía, cumplía con trabajos más exigentes.

Mis padres cultivaban cereales y forrajes para animales, criaban pollos, gallinas ponedoras y vacas lecheras. Nunca olvido las mañanas frías cuando salía con la helada sobre el campo a traer las vacas para ordeñarlas. Luego del desayuno, disfrutaba de la escuela, y por la tarde disponía de varias horas para juntar los huevos del gallinero, que embalaba en cajones para la venta.

Crecí al lado de mis padres, ayudándolos en todo y bien ocupada. Con el trabajo, me inculcaron el amor a Dios y el servicio a los demás. A los 18 años me enamoré de quien hoy es mi esposo. Luego de casarnos comenzamos nuestro trabajo misionero en la selva Amazónica. Así, llegamos a un barco, que sería nuestra casa y lugar de trabajo. Atendíamos física y espiritualmente a la gente que vivía a lo largo del río Amazonas.

Cierto día, alguien se acercó a nuestra embarcación para rogarnos que los visitáramos, pues hacía nueve años que no los visitaba un pastor. El río estaba muy bajo y no permitía que entráramos a un afluente con nuestra embarcación, así que mi esposo navegó solo durante casi tres días, hasta llegar y compartir la alegría de esos hermanos que tenían cuarenta personas preparadas para el bautismo.

Yo quedé al cuidado de la embarcación junto a mi hijita de dos años.

¡Cuánto agradecía a Dios por mi formación! En esa oportunidad tuve que demostrar mucha valentía: quedarme una semana sola con mi pequeña en medio de la nada, haciendo de capitana, marinera, cocinera, enfermera y muchas tareas más, pero estaba entrenada y segura de que servía al Señor y a mis hermanos.

Querida amiga, nunca dudes de que hay un Dios que te prepara, aunque sea mediante el duro trabajo, para enfrentar la vida que pondrá delante de ti, y te dice: “Esfuérzate y sé valiente”.

Graciela Hellvig de Hein, Brasil

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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