Una cosecha abundante
“Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas”. Salmo 9:1.
Hace tiempo conocimos a un matrimonio que, sin duda alguna, fortaleció mucho el ministerio de mi esposo. Por aquellos días, él hacía su tarea de evangelizar mediante giras misioneras a diversos pueblos, muchos de los cuales no tenían presencia adventista, y así nacía una nueva iglesia.
En algunas ocasiones, cuando mi esposo salía a las giras de evangelización, el hermano Wilmar lo acompañaba. Wilmar tenía viñedos que, por cierto, requerían mucho trabajo. Aun así, él dejaba de atender sus vides para acompañar a mi esposo.
Había temporadas en que las plagas atacaban las plantaciones y se perdía toda la uva, el sacrificio hecho y el dinero invertido.
Cuando se trataba de sembrar el evangelio, el hermano Wilmar nunca se negaba; dejaba sus vides al cuidado del Creador, oraba con su esposa Jacqueline y partía para hacer su trabajo misionero. Wilmar y Jacqueline eran un matrimonio inspirador.
Mientras Wilmar y mi esposo luchaban por conquistar el corazón de las personas para el reino de los cielos, Jacqueline y yo permanecíamos orando por el éxito de las cruzadas de evangelización. Los resultados siempre fueron abundantes, no solo porque muchas personas eran conquistadas para el reino de Dios y por la plantación de nuevas iglesias, sino por el milagro que Dios operaba en las plantaciones de Wilmar y Jacqueline, que a diferencia de las vides de los demás, eran las mejores de la zona.
Los viñedos de Wilmar generaban cosechas abundantes de deliciosas uvas. Cada vez que nuestro buen hermano acudía al llamado del Señor para llevar el evangelio, se maravillaba por las bendiciones del Cielo al volver. Sin lugar a dudas, las cosechas más abundantes eran las que Wilmar obtenía cuando cumplía la misión de sembrar la semilla del evangelio.
Sin duda, la testificación y la proclamación de las buenas nuevas de salvación son la tarea prioritaria de los hijos de Dios. Cuando obedecemos su voluntad, y compartimos el evangelio con quienes no lo conocen, Dios cuida de nuestro hogar, de nuestras pertenencias, de nuestro trabajo, y nos permite obtener bendiciones hasta que sobreabunden.
María Valqui Alva de Segura, Perú
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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