martes, 8 de julio de 2014

No son fotocopias

“Hicisteis foso entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis de lejos al que lo labró”. Isaías 22:11.

Los padres nos equivocamos al pretender que todos nuestros hijos sean iguales o actúen de la misma manera, sin darnos cuenta de que cada uno de ellos es único e irrepetible. Cometemos el error de no valorar sus esfuerzos, creando un vínculo más fuerte con uno de ellos y pretendiendo que los demás sean como él. Como padres y primeros maestros de nuestros hijos debemos saber que el respeto es una virtud que les permitirá crecer armónicamente. Cada hijo tiene el derecho de ser tratado, querido y valorado por lo que es.Las primeras lecciones de respeto comienzan a nuestro lado, en la manera como los tratamos y como les mostramos nuestra confianza por sus dones y talentos particulares. ¡Cuántas veces nuestros hijos se resienten porque ignoramos sus esfuerzos, y así les demostramos que no los respetamos ni consideramos!Si los hijos crecen en un ambiente de respeto sabrán respetar afectuosamente a los demás. Si observan en sus padres un comportamiento de respeto difícilmente crecerán irrespetuosos y desconsiderados. Las lecciones vienen de los pequeños detalles: escucharlos, evitar críticas, cuidar el tono de voz y los gestos de desprecio y fastidio.En nuestra sociedad se ha perdido el respeto al otro porque primeramente se perdió el respeto entre esposos, padres e hijos ¿Qué palabras usamos? ¿Qué actitudes tenemos? ¿Cómo nos relacionamos? ¿Usamos palabras injuriosas, actitudes despectivas y discriminatorias?Empecemos hoy marcando la diferencia. “Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar” (1 Ped. 2:18). Cuando leí este versículo pensé que a veces se aplica también a la familia.Elena G. de White asegura: “Los que están unidos por vínculos sanguíneos se exigen mucho mutuamente. Los miembros de la familia debieran manifestar bondad y el amor más tierno.” (Conducción del niño, cap. 74, p. 475). Como padres debemos hacer nuestra parte y Dios hará la suya porque ama a nuestros hijos y desea lo mejor para nuestro hogar.María del Pilar Calle de Hengen, Uruguay

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER



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