Siembra y cosecharás
“Dale buena educación al niño de hoy, y el viejo de mañana jamás la abandonará”. Proverbios 22:6, DHH.
Cuando me casé, tenía una vaga idea de la tarea que me esperaba como esposa de pastor, pero cuando comencé mis labores en el campo misionero, me di cuenta de que tendría que desarrollar actividades que nunca pensé realizar. Una de ellas fue reemplazar a mi esposo en su programa radial Gotitas de optimismo. Otra de las responsabilidades que me esperaba era ser maestra de la Escuela Sabática de niños. Hasta entonces nunca había enseñado, pero me gustó, aunque tenía que prepararme durante la semana para enseñar el sábado a los pequeños en la iglesia de Potosí. Años después me desempeñé como maestra de religión en varios de nuestros colegios de la Misión. Esto me permitió adquirir experiencia en mostrarles a esas mentes limpias y puras el gran amor de Dios para con sus hijos.
No me resultaba fácil evaluar la proyección de mi esfuerzo hasta que asistí a un congreso para esposas de pastor en Santa Cruz de la Sierra. Al llegar, María Luz me saludó muy cariñosamente y se puso contenta de verme. Yo no la reconocí, hasta que ella me recordó que fui su primera maestra de la Escuela Sabática infantil en Guayaramerín, Beni, uno de nuestros destinos en la Amazonia boliviana. Ella me contó que sus padres no eran adventistas, pero uno de sus primos la llevaba a la iglesia los sábados. Le gustaban tanto los relatos bíblicos y los cánticos de la clase, que sus padres la presionaban diciéndole: “Si no te portas bien y no cumples con tus deberes, no irás el sábado a la iglesia”.
Cuando nos trasladaron perdí todo contacto con ella, sin embargo la semilla sembrada en sus tiernos años la llevó a seguir buscando el camino del Señor en el Colegio Adventista Dr. Elmer Botsford, y luego continuar sus estudios superiores en la Universidad Adventista de Bolivia, donde conoció a su esposo. Por la gracia de Dios, hoy ambos dedican su vida al ministerio pastoral.
Amiga, cuando Dios nos da una tarea, nos da también la capacidad, la sabiduría y la fuerza para cumplirla. Nosotras sembramos la semilla, el Espíritu Santo la hará germinar y, en el cielo, el Señor nos permitirá ver los frutos.
Mirtha Velia Villanueva de Vásquez, Bolivia
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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