miércoles, 3 de diciembre de 2014

El regalo que cambió mi vida


“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo así yo los he enviado […]”. Juan 17:16-18.


Mi abuela paterna nos dejó un valioso legado: la santa Biblia.

Mi padre nos dijo que ese era el legado más precioso que ella podría habernos confiado. ¡Qué pena no haberlo sabido valorar a su debido tiempo!

Lo recibimos allá por 1940. Mi abuela la leía desde siempre, pero al partir nos dejó su Biblia para que en ese libro sagrado encontráramos al Señor que ella tanto amaba. ¡Cuántas bendiciones nos hemos perdido por no habernos abocado a escudriñar la Palabra de Dios diariamente! En 1965, papá dijo a modo de testimonio: “Quien tome este libro en sus manos estará tomado de la mano de Dios, solo debe dejarse conducir”.

Con el tiempo, por medio de una pareja de colportores conocimos la Iglesia Adventista e hicimos los estudios bíblicos. Fuimos bautizados todos juntos, como familia, en la Navidad de 1965, año en que papá dio testimonio del regalo que nos había dejado la abuela. Conociendo a Jesús y viviendo esta nueva vida nos sentíamos muy felices de pertenecer a la gran familia de Dios.

A mí y a mis hermanos nos educaron con valores elevados, los que se fueron fortaleciendo aun más, porque estaban cimentados en la verdad de Dios, su Palabra. Han pasado los años, y sigo aferrada al legado de mi abuela.

Doy gracias a Dios porque su Palabra es veraz y consuela, es luz y nos guía, es poder y nos fortalece. Sin ella caminamos a la deriva y nuestra vida se hace insegura y tormentosa. Jesús, la columna central de la Biblia, es todo para mí.

En los días difíciles y perplejos, su gracia me cubrió y me permitió conocer más de cerca el poder de la oración. Con la Palabra de Dios en mis manos aprendí a aceptar su voluntad divina porque es perfecta y me muestra el fin desde el principio. La palabra de Dios es mi Bethel personal.

Amiga, anhelo el día de reencontrarme con mi abuela para decirle que su legado dio frutos para salvación. Que el Señor nos utilice para fortalecernos unas a otras, podamos continuar con su obra y un día no muy lejano disfrutar con nuestros amados la eternidad junto a nuestro Redentor y Salvador Jesús.

Lidia Inforosi, Argentina

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER


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