martes, 14 de abril de 2015

Acoso en la bodega

He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Isaías 41:11.

Cuando era adolescente trabajaba en la oficina de una distribuidora de pieles finas, cueros para zapatos y harina para las panaderías.

Había otras jóvenes que atendían a los clientes. Las bodegas eran grandes y oscuras. Para llegar a los baños, había que cruzar un pasillo largo, entre la mercadería. Allí trabajaban tres hombres vulgares y desalmados que, cada vez que alguna de las chicas pasábamos por allí, saltaban delante de nosotras, nos insultaban y amenazaban con un cuchillo. Muchas veces nos quejamos con el dueño, pero en ese tiempo no se consideraba un delito asustar o acosar a las mujeres. El jefe sonreía, y nos aseguraba que los bodegueros solo estaban bromeando, sin intenciones de lastimarnos. El acoso continuó, y mi salud comenzó a afectarse. Nunca mencioné nada a mis padres por temor a que me obligaran a dejar el trabajo que tanto necesitaba.

Oré al Señor para superar el miedo. Repetía el Salmo 23 cada vez que cruzaba ese pasillo. Cuando lo hacía, los bodegueros no me asustaban.

Un día, Beatriz, una de las empleadas, escondió un cuchillo en su cintura y, cuando uno de los hombres saltó frente a ella, le clavó el arma en el abdomen. Llevaron al hombre al hospital, y a Beatriz a la comisaría. Nos llamaron a testificar; cuando le explicamos la situación al jefe de la policía, Beatriz quedó libre y el acosador sin trabajo.

“El hacer maldad es como una diversión al insensato” (Prov. 10:23). Resulta difícil comprender a los que se gozan en hacer maldades; sin embargo, es fácil comprender la seriedad de las palabras del Señor, que dicen: “Tarde o temprano, el malo será castigado” (Prov. 11:21).

Si eres víctima de acoso en la escuela o en el trabajo, ¡no guardes silencio! Informa a tus superiores acerca de la situación por la que atraviesas. Si no te escuchan, pide a la policía que investigue el caso para hacer justicia. Si callas, te haces cómplice de los acosadores y les allanas el camino para sus actividades perversas. “Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, y el derecho de los necesitados” (Sal. 140:12).—RuthA. Collins.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2015

Jardines DEL ALMA



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