jueves, 21 de enero de 2016

Desde la Caverna de la Vida

Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; me rodearán los justos, porque tú me serás propicio. Sal 142:7.

La paciente no dejó hablar al médico, y dijo: "Mi problema no está en el cuerpo, doctor, está en el alma. Soy una mujer vacía, hay algo que no anda bien dentro de mí. ¿Qué puede hacer la ciencia?"

Existen enfermedades psicosomáticas que destruyen la vida. Las raíces del mal están en el alma, pero los efectos son físicos. Ningún examen médico es capaz de detectar la causa y, como consecuencia, el cuerpo se va debilitando poco a poco.

En el versículo de hoy, el salmista habla de este tipo de mal: "Saca mi alma de la cárcel", suplica el salmista.

Algunas Biblias dicen lo siguiente en el sobrescrito de este salmo: "Salmo didáctico de David. Oración que hizo cuando estaba en la caverna'. David estuvo escondido en cuevas en dos ocasiones. Una, cuando huyó de los filisteos y se escondió en la cueva de Adulam; y otra, cuando tuvo la oportunidad de acabar con la vida de Saúl, en la cueva de En-gadi. Los eruditos no definen en cuál de las cavernas fue escrito este salmo; pero no importa en cuál haya sido, metafóricamente el salmista se encontraba en la caverna de la vida, en esos momentos en que las sombras de las dificultades no le permitían ver un palmo adelante.

David deja en claro que, si el Señor lo libra de la cárcel de la depresión en que se encuentra, enaltecerá el nombre del Señor y los justos lo rodearán como si fuesen una corona de victoria en su cabeza. Esa es la vida que Dios quiere que tú vivas.

La mujer que entró en el consultorio médico recibió el consejo de permitir que Dios la liberara de los sentimientos negativos que estaban envenenando su corazón. Odio, rencor, deseos de venganza. Aquella mujer tenía motivos de sobra para abrigar esos sentimientos, pero esos mismos sentimientos se habían transformado en una cárcel para su alma. Cuando ella cambió esos sentimientos por el deseo de perdonar, comprender y amar, todo cambió en su atribulada vida.

¿Te sentiste alguna vez prisionero de sentimientos negativos? Mientras aceptes esa situación, no podrás ver las cosas bellas de la vida, ni disfrutarás de los momentos felices que las personas amadas te proporcionan.

En la oscuridad de la cueva solo existe soledad, egoísmo, tristeza, amarguras, por eso, clama con David: "Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; me rodean los justos, porque tu me serás propicio”.


Alejandro Bullón




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