viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Basura Moral Reciclada O Eliminada?

Ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8: 1, 2).

Algunos piensan que Jesucristo es algo así como el director de un sistema muy eficiente de administración del pecado localizado en el santuario celestial. A través de la confesión los cristianos depositan diariamente los pecados que cometen en el contenedor celestial. Después de esto, Cristo aplica su sangre en nuestro favor por medio de nuestra fe. La sangre de Jesús funciona, entonces, como un poderoso limpiador capaz de arrasar con cualquier tipo de basura moral y nos deja completamente limpios.
¡La realidad es que Jesús es mucho más que eso! La eliminación de los residuos humanos es imperativa para la supervivencia del ser humano. Los gobiernos gastan grandes cantidades de dinero para recolectar, transportar, procesar y reciclar o enterrar la basura porque entienden que es crucial para la conservación del medio ambiente y la salud de sus ciudadanos. Dios también entendió desde el principio que el pecado destruye la vida. Por eso, antes de crear el universo, diseñó un plan para eliminar el pecado para siempre, si este llegaba a existir (1 Ped. 1: 20). Esto es lo que llamamos el plan de salvación y las tres Personas de la Trinidad se involucraron plenamente en él.
A Dios, sin embargo, no le interesa únicamente recolectar nuestra basura moral. No está satisfecho con ser el vehículo que viene cada día para llevarse la basura de nuestros pecados. Dios quiere erradicar el pecado mismo. Esta es la razón por la cual el ministerio de Cristo Jesús en el Santuario celestial no solamente proporciona perdón por los pecados, sino también poder para vivir una vida nuera, una vida potenciada por el Espíritu Santo. Este es el propósito de su gobierno.
El propósito del ministerio de Cristo en el Santuario celestial es asegurar que recibamos los beneficios de su sacrificio en favor nuestro. Este propósito se cumple únicamente cuando, después de haber sido perdonados por los pecados cometidos, también somos librados de nuestra esclavitud del pecado. La entronización de Jesús a la diestra del Padre garantiza esta libertad. Cristo está en el santuario celestial, esperando que le demos la oportunidad de libertarnos del pecado y su dominio. Nadie sabe cuánto tiempo más esperará. ¿Por qué no pides a Jesús que inicie en ti esa liberación hoy mismo?
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

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