miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los Factores de la Grandeza

Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas (Josué 1:7).

 Muchos creen que la verdadera grandeza es el producto de una “chispa divina”, es decir, que ciertas personas nacieron predestinadas a ser grandes. Pensemos, por ejemplo, en Mozart, quizá el mayor de los genios musicales. Empezó a componer a la edad de cinco años y desde muy pequeño dio conciertos para la nobleza. También en Dante, que escribió la Divina comedia, la obra más importante de la literatura italiana, que consiste en 14.233 versos endecasílabos organizados en tercetos que riman en el patrón ABA, BCB, CDC, DED, etcétera. O en Albert Einstein, la imagen del genio puro, que en seis meses, durante 1905, publicó cuatro artículos científicos que resolvieron igual número de misterios, estableció el fundamento de la era atómica y cambió para siempre nuestra forma de percibir el universo. ¿Será que tú y yo, que no tenemos talentos extraordinarios, podemos soñar con hacer algo portentoso?

La comprensión del genio y cómo se crea, ha cambiado considerablemente durante los últimos años. La investigación científica al respecto ha sido condensada en tres libros de gran interés: The Talent Code [El código del talento] de Daniel Coyle, Talent is overrated [El talento está sobrevalorado] de Geoff Colvin y Fuera de serie de Malcolm Gladwell. Básicamente, los autores argumentan que el genio es el resultado de cuatro factores:

1. Una habilidad un poco superior a la medía.

2. Identificación con alguien fuera de serie en el área de habilidad en cuestión.

3. Una necesidad desesperada de tener éxito.

4. Diez mil horas de práctica.

Desde este punto de vista, todos podemos llegar a ser unos “fuera de serie” porque Dios nos ha dado a cada uno por lo menos un talento. Todos cumplimos entonces con la condición básica para el éxito. Los otros tres factores dependen de nuestras propias decisiones.

¿Qué modelo tomamos para nuestro desarrollo personal? ¿Hasta qué punto estamos motivados para superarnos? ¿Tenemos la tenacidad necesaria para practicar durante diez mil horas completas? Solamente tú tienes las respuestas a esas preguntas y, en ese sentido, solamente tú tienes las llaves de tu propio futuro.

Esos cuatro factores del éxito son los mismos para tu vida cristiana. Dios nos ha dado a todos el perdón de los pecados en Cristo. El resto depende de tus propias decisiones. ¿Tienes el valor y la firmeza para aferrarte a Cristo Jesús como tu modelo?

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