martes, 17 de diciembre de 2013

¿Compañeros o contrincantes?

Toda la ley se resume en un solo mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros. Gálatas 5:14-15

 Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, lo hacen pensando que han encontrado a la persona idónea con la que compartir el resto de sus vidas. Después de casados, sin embargo, se descubren puntos de divergencia, y aquella compatibilidad que creían haber encontrado puede irse desvaneciendo gradualmente con el paso del tiempo. Quizá nos demos cuenta de que necesitamos conciliar y acoplar nuestras ideas respecto a asuntos a los que no habíamos prestado suficiente atención en el momento más indicado, que es durante el noviazgo. En  ese proceso podríamos convertimos en compañeros, o en contrincantes.

Los esposos que actúan como compañeros tomarán la decisión de apoyarse mutuamente, basados en ese mismo amor que los llevó a unirse en matrimonio.

Ellos buscarán siempre un punto de acuerdo, protegerán su relación sin recriminarse ni acusarse, sin importar las dificultades que se presenten. Serán sensibles a las necesidades individuales del otro y procurarán ser tolerantes. Se mostrarán flexibles y utilizarán el diálogo sincero para llegar a acuerdos, buscando siempre que su relación se fortalezca.

Por otro lado, cuando asumimos la posición de contrincantes, aflorará una serie de aspectos negativos de la personalidad de ambos. Quizá se llegue a pensar que el matrimonio fue un error. Se culpará al otro, confinándolo al silencio, o por el contrario se lo someterá a un ataque de gritos y amenazas. Las expresiones de cariño, la ternura y la pasión por el otro, desaparecerán. La lucha puede llegar a ser cruel y nociva, al punto de que se termine por despreciar a la persona que una vez fue amada.

Amiga, Dios desea que tu esposo sea tu compañero para toda la vida. No olvides que él está a tu lado porque lo elegiste voluntariamente. Te uniste a él para permanecer juntos hasta que la muerte los separe. No veas a tu compañero como un contrincante.

Si en tu matrimonio hay diferencias utiliza como armas la dulzura y la ternura que son propias de la mujer. El corazón más duro y la voluntad más terca, pueden ser ablandados mediante el poder del amor. Cristo puede devolverles la compatibilidad, y hacer que el compromiso matrimonial sea renovado y fortalecido. Lucha junto a tu esposo por conservar la salud de tu matrimonio. Esta es la única lucha que tiene sentido.

LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER

ALIENTO PARA CADA DÍA

Por: Erna  Alvarado

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