jueves, 3 de abril de 2014

Servir es amar

“Y le hicieron allí una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él”.

 Juan 12:2.

En las tres oportunidades en que los evangelios hablan acerca de Marta, la describen como una buena anfitriona. Algunos cuestionan la conducta de Marta afirmando que solo estaba capacitada para realizar tareas domésticas y se interesaba únicamente por lo material, en contraste con su hermana, que asignaba más importancia a lo espiritual.

Podríamos ensayar muchas hipótesis, sin embargo estoy segura de que Marta hacía sus tareas tan bien que los autores de los evangelios la mencionaban para destacar justamente ese talento: el servicio.

Todas las mujeres tenemos dones y talentos, que al ser colocados al servicio del Señor son una bendición para toda la red social con quienes interactuamos en la vida cotidiana. Entre esos actos de servicio está el trabajo doméstico. Considerarlo como expresión de servicio puede parecer absurdo en estos tiempos, ya que las mujeres han logrado niveles académicos y laborales que les impiden realizar el trabajo de casa, pero como acto de amor es una entrega total, especialmente si es para nuestra familia.

Podríamos comparar a Marta con las mujeres de la época: todas cocinaban, todas lavaban, todas limpiaban. ¿Cuál era la diferencia? ¡Ella servía para Jesús! Ese era un servicio que expresaba el amor que sentía por Jesús.

No era el deber lo que la llevaba al servicio, sino su amor por Jesús lo que hacía la diferencia.

El evangelio es práctico, lleva a la acción, y la acción se resuelve en servicio al prójimo. El evangelio lleva a servir sin reconocimiento ni remuneración.

Como hijas de Dios podemos servir allí donde estemos: en la oficina o en el autobús, en la universidad o en el mercado, cuando cambiamos pañales o cuando tocamos el violín. El servicio fluye de lo profundo del corazón, y cuando llevamos a Jesús en el corazón, las obras de servicio fluyen naturalmente.

La grandeza de nuestro trabajo tiene la medida de cada una de nosotras.

El mundo mide la grandeza por el número de personas que están a nuestro servicio, Dios la mide por el número de personas a quienes servimos. El servicio fue, es y siempre será un acto de amor.

Esther Méndez de Añamuro, Perú

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

2 comentarios:

  1. Realmente genial *O*
    Me ha encantado cuando dice "No era el deber lo que la llevaba al servicio, sino su amor por Jesús lo que hacía la diferencia" y "El servicio fue, es y siempre será un acto de amor." *W*
    Gracias por compartir me es de mucha bendición *V*~
    Dios te bendiga~

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