lunes, 24 de noviembre de 2014

Dispuestas a testificar

“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré salmos”. Salmo 57:7.

En uno de los largos viajes por el sur argentino, temprano en una mañana fui a un baño público mientras la encargada de la higiene estaba terminando de limpiar y ordenar. Le agradecí por su gentileza de brindarnos un baño tan agradable y perfumado en la mañana. Ella me miró sorprendida y me dijo que necesitaba hablar conmigo. Cuando accedí, me confesó: “Quería terminar la tarea y tirarme bajo uno de esos enormes camiones para morir ahora mismo. Mi hija padece de cáncer terminal y sufre tanto que no lo puedo soportar más. Tiene tres niños pequeños y no sé cómo cuidarlos”. La abracé largo rato y luego hice una oración por ella. Fui al vehículo y recogí todo el material que pude para regalárselo. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¡Espero verla en el cielo! Entré a un restaurante, siendo ya muy tarde para preguntar si todavía podríamos comer algo.

Acabábamos de cruzar las montañas donde no había ningún negocio de comestibles. El pueblo era pequeño y aislado. Nevaba y lloviznaba. La recepcionista me recibió con amabilidad y vi que estaba leyendo la Biblia. Mientras busqué a mi esposo y en la cocina preparaban algo para comer, le pregunté cómo hacía para comprender lo que leía.

Me contó: “Alguna vez pasó por este lugar un colportor chileno y me regaló la Biblia. La leí y releímuchas veces; ahora busco en la concordancia algún tema y lo investigo”. No sabíamos si volveríamos pero dejamos todo lo que pudimos para ayudarla y le enseñamos una forma sencilla de estudiar la Biblia. ¡Cómo me gustaría volver a verla!

Esas historias quedaron sin final, al menos para mí. Dios, que conoce el fin desde el principio, les dará un final según su amor y misericordia.

Amiga, no hay dificultad que el amor no pueda conquistar, ni enfermedad que el amor no pueda curar. No hay puerta que no se abra con amor, ni brecha que con amor no se pueda cerrar, ni muro que con amor no se pueda derribar, ni pecado que con amor no se logre redimir. No importa cuán profundo sea el problema ni cuán desesperado sea el futuro, ni la monstruosidad del error cometido, el verdadero amor finalmente lo resolverá. Quiero tener ese amor.

Mónica Emhart de Wasiuk, Argentina

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER


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