viernes, 14 de noviembre de 2014

La Fidelidad de sus Promesas

“Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca”. Salmo 89:1.

Hacía poco tiempo que asistía a la iglesia cuando me pidieron que tuviera a mi cargo un grupo de adolescentes. Además de la clase semanal de Biblia, debía acompañarlos en diversas actividades dentro y fuera de la iglesia durante todo el año. No me sentía a la altura de la tarea, pero nadie más podía hacerse cargo de esa clase.

Recordando que los pedidos de Dios son habilitaciones, decidí aceptar. Oré al Señor diciéndole: “Tú sabes que no puedo hacer esto. Tengo cuatro hijos, dos aún son pequeños y padezco de muchas limitaciones. Hace mucho que no enseño a adolescentes y la responsabilidad es muy grande, pero pongo mis carencias en tus manos, súplelas con tu perfección y bendice mi trabajo”.

Con empeño, mucha oración y algo de temor avancé semana tras semana, haciendo lo que podía y entregando los resultados al Señor. Los recursos económicos eran escasos y el grupo muy heterogéneo, pero cuando algún problema parecía no tener solución, el Señor lo resolvía.

Hubo un himno cuyo mensaje me permitió avanzar con confianza: “Grande, Señor, es tu misericordia” (N° 55 del Himnario Adventista). El coro decía:

“Tú eres fiel, Señor, eternamente fiel;

cada mañana renuevas tu amor.

Nada me falta, pues todo provees,

¡grande, Señor, es tu fidelidad!”

Este canto impresionó mi corazón. No me decía nada que yo no supiera, pero me ayudaba a recordarlo constantemente, especialmente en los momentos más duros. Me animaba a no dudar, a conservar la vista puesta en lo alto, a no temer las dificultades. Aún hoy, cada vez que escucho este himno, recuerdo que con el Señor todo es posible.

Ese año fue inolvidable. Recuperé mi destreza docente y logramos muchas metas. Varios de esos jóvenes hoy son dirigentes.

Amiga, en nuestro mundo actual debemos enfrentar situaciones para las que no estamos preparadas, pero no es necesario que nos angustiemos. El mismo Pastor amoroso que provee agua, alimento y aprisco a sus débiles ovejas, también es fiel para abrir el camino, sostener nuestros brazos y habilitarnos para la tarea.

María Susana Mistretta de Golubizky, Argentina

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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