"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

domingo, 1 de septiembre de 2013

El Mundo cambia de continuo, y Tu?

El que afirma que permanece en él, debe vivir corno él vivió. (1 Juan 2:6 )

Es indudable que vivimos en una época de cambios vertiginosos. Los avances tecnológicos pueden quedar obsoletos de un día para otro. La manera de hacer las cosas, las corrientes de pensamiento, los valores, las conductas de los seres humanos, cambian tan rápida y radicalmente que apenas nos dará tiempo a salir de nuestro asombro. Sin embargo, no olvidemos que esto ya estaba predicho desde hace siglos: «Muchos andarán de un lado a otro en busca de cualquier conocimiento» (Dan. 12: 4). Saber que tiene que suceder así, nos da confianza en Dios.

En este mundo cambiante, las hijas de Dios debemos entender claramente la actitud que debemos asumir. En primer lugar, no olvidemos que «la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre» (1 Ped. 1: 24-25). Apoyadas en dicha premisa, nuestro pie podrá avanzar seguro por la senda cambiante de la vida. Los principios de Dios son eternos e inmutables y nunca perderán su vigencia, sin importar el tiempo que nos toque vivir.
La presión social es a veces muy intensa, y nos exige cambios en nuestra forma de ser, de hablar, de vestir, de comer, y nos plantea nuevas formas de comportamiento que muchas veces nos ponen a dudar de los principios cristianos que rigen nuestra vida. Sin embargo, tampoco debemos permanecer inmutables frente a los cambios. Hemos de aprender a adaptarnos con sabiduría a las nuevas circunstancias de nuestra vida sin que eso implique abandonar lo que creemos.
Nuestros esposos, nuestros hijos y nosotras mismas nos movemos al compás de nuevas demandas y necesitaremos toda la fuerza del cielo con el fin de poder enfrentadas. A nosotras nos corresponde rescatar los valores perdidos y presentamos en nuestros hogares, frente a nuestros hijos y delante del mundo, con el poder del evangelio. Asimismo con el respaldo de una información actualizada. Entonces podremos conmover corazones.
 Amiga, sé una mujer promotora de cambios. Perfecciona tu manera de amar, de pensar, de enseñar, de conducir, de guiar y orientar a otros. Sobre todo procura que los cambios que promuevas estén de acuerdo con la voluntad de Dios.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado

Bienaventurados los que Perseveran


                                    El que se mantenga firme hasta el fin será salvo (Mateo 24 13).

Ya sé que no hay una bienaventuranza que lo diga así (bienaventurados los que perseveran), pero creo que es verdadera. Es lo que dice, en esencia, nuestro texto de hoy. Ningún otro rasgo de carácter es tan crucial para el éxito como la perseverancia. El apóstol escribió: «Han oído hablar de la perseverancia de Job» (Sant. 5: 11). Dios elogia a los perseverantes (lee Apoc. 2: 3).
A un niño que era muy tímido en la escuela le pusieron el sobrenombre de «Sparky». Así se llamaba un caballo que aparecía en las tiras cómicas. A él le iba tan bien en la escuela, que lo adelantaron de grado. Cuando estaba en primer grado, su mamá lo ayudó para que les llevara presentes del Día de la Amistad a todos en su clase, de manera que ninguno se sintiera mal por no haber recibido nada. Sin embargo, su timidez le impidió poner los regalos en la caja que estaba frente al salón de clases para ese propósito, así que se devolvió a casa con ellos.
Con el paso del tiempo, se convirtió en un adolescente muy tímido, porque era el de menos edad de su clase en la secundaria. Un momento desagradable ocurrió cuando le rechazaron sus dibujos para el anuario de la secundaria.
Sparky fue víctima de muchos rechazos durante su vida. Incluso cuando le propuso matrimonio a la mujer de la que se enamoró, fue rechazado. Finalmente, se casó con otra.
Su única habilidad era el dibujo, y él se sentía orgulloso de sus obras de arte. Pero nadie las apreciaba. Sin embargo, no se dio por vencido. Sparky comenzó a considerar la posibilidad hacer carrera como artista profesional. Un día se le ocurrió comenzar a escribir su autobiografía mediante caricaturas. En ellas describía su niñez, mostrando al niño introvertido que no lograba tener éxito. Utilizó a un personaje conocido hoy en la mayor parte del mundo. Charles «Sparky» Monroe Schulz fue el creador de la famosa tira cómica Peanuts, de Charlie Brown, el niño cuya cometa no volaba, y su inseparable perro Snoopy.
Sparky triunfó al fin en la vida, mientras sus compañeros «más inteligentes» se perdieron en el olvido. Pero en la vida espiritual el asunto es aún más importante. Aquí la perseverancia es de la mayor trascendencia. De los perseverantes es el reino de los cielos. Si caes, si el enemigo se regocija derribándote, no te rindas, no te desanimes. Todavía hay esperanza para ti. Dios es especialista en levantar a quien ha caído.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

No Pierdas la Fe

Pero nosotros no somos de los que se vuelven por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida (Hebreos 10: 39).


Viktor Frankl cuenta la historia de un prisionero que perdió la fe y la esperanza: «El prisionero que perdía la fe en el futuro estaba condenado. Con la quiebra de la confianza en el futuro faltaban las fuerzas del asidero espiritual; el prisionero se abandonaba y decaía, se convertía en sujeto del aniquilamiento físico y mental. Normalmente esto se producía de repente, en forma de crisis, cuyos síntomas resultaban familiares para el prisionero experimentado.
»Una vez fui testigo de la pérdida de la fe en el futuro y el peligro de darse por vencido. F., el jefe de mi barracón, compositor y libretista famoso, me confió un día:
—Me gustaría contarle algo doctor. He tenido un extraño sueño. Una voz me invitaba a desear cualquier cosa, bastaba con preguntar lo que quería saber y mis preguntas serian respondidas de inmediato. ¿Sabe qué pregunté? Cuándo terminaría la guerra para mí. Ya sabe lo que quiero decir, doctor, ¡para mí! Conocer cuándo seríamos liberados de este campo y cuándo terminarían nuestros sufrimientos.
— ¿y cuándo tuvo usted ese sueño? —le pregunté:
—En febrero de 1945 —contestó.
Por entonces estábamos a principios de marzo.
— ¿Qué respondió la voz en su sueño?
En voz baja, casi furtivamente, me susurró:
—El treinta de marzo.
»Cuando E me contó aquel sueño todavía se encontraba rebosante de esperanza y convencido de la veracidad del oráculo de la voz. Sin embargo, a medida que se acercaba el día prometido, las noticias que recibíamos sobre la guerra menguaban las esperanzas de ser liberados en la fecha indicada. El 29 de marzo, de repente, E cayó enfermo con una fiebre muy alta. El 30 de marzo, el día en que según su profecía terminaría la guerra y el sufrimiento para él, empezó a delirar, y perdió la conciencia. El 31 de marzo falleció».
Los cristianos han salido vencedores en situaciones que no ofrecían ninguna esperanza humana, porque la fe en Dios y sus promesas les daba valor para afrontar todos los dolores y sufrimientos. Cuán ciertas son las palabras del apóstol: «Nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida» (Heb. 10: 39).
Si sufres por cualquier causa, cobra ánimo con estas palabras. El cristiano es más que vencedor porque su fe está firme en Dios. ¡No pierdas la confianza en Dios!

Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

Perfectos o Solo Perdonados

«El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10: 10).

Una calcomanía en el parachoques del automóvil decía esto: «Los cristianos no son perfectos, solo son perdonados». Cuando lo leí por primera vez, el pensamiento me dejó intrigado. ¿Es lo que realmente somos? ¿Perdonados, nada menos y nada más?
La «calcomanía teológica» hace dos aseveraciones y ambas son correctas. Sí, ningún ser humano, con la excepción de Jesús, es perfecto. También es cierto que Dios proporciona el perdón sin excepción a todos los que aceptan a Cristo como su Salvador personal; y esto no depende de que sean perfectos. Sin embargo, algo no parece correcto con respecto al mensaje de la calcomanía, especialmente si la leíste en el parachoques de un automóvil cuyo conductor se metió rudamente en tu carril y hace sonar la bocina desconsideradamente contra los otros conductores.
¿Es verdad que el perdón es lo único que identifica a una persona como cristiana o la única cosa que importa en la vida de un cristiano? Por desgracia, lo que esta calcomanía realmente comunica es que «ser perdonado es todo lo que importa en el cristianismo, lo que es genuinamente esencial». Desde este punto de vista, lo único que importa es que antes de morir le digas a Jesús: «Perdóname, te entrego mi vida», para escapar de la muerte eterna. Puedes leer un buen análisis al respecto en el libro The Divine Conspiracy [La conspiración divina], de Dallas Willard.
La Biblia dice, sin embargo, que Jesús no vino y murió únicamente para proporcionarnos perdón sino para darnos vida y dárnosla en abundancia (lee Juan 10: 10). Cuando Jesús dijo esto se refería al presente, a la vida que vivimos en este mundo antes de que venga por segunda vez. Si esto es cierto, la diferencia entre un cristiano y uno que no lo es, va mas allá del hecho de que uno es perdonado y el otro no. Debes percibir la diferencia en las «vidas» que ellos viven, ¿no es cierto?
Cuando Jesús nos perdona también nos da su Santo Espíritu para implantar los principios de su reino en nuestras vidas. Si permitimos que Dios haga esto en nosotros, seremos realmente dichosos. Cristo vino para hacemos fructíferos en los frutos del Espíritu Santo que se resumen en el principio del amor. Todo el que se entrega a Cristo es un árbol fructífero en el huerto de Dios.
¿Eres un árbol fructífero o estéril? La decisión está en tus manos.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

¿Una definición del Amor?

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él 
(1 luan 3: 1).



Juan no intenta describir el amor de Dios, sino destacar su altura, profundidad y anchura. Por eso dice «Fíjense qué gran amor» nos ha manifestado Dios, y luego suspende su intento de describirlo. Viktor Frankl narra en El hombre en busca del sentido último lo que le sucedió en el campo de concentración cuando un incidente le recordó a su esposa separada cruelmente de su lado. La fila de prisioneros caminaba por una carretera, en medio del frío invierno, sin abrigos, casi desnudos, antes del amanecer, rumbo al trabajo. El dolor y el sufrimiento eran atroces. Pero la mente de Frankl se concentró en el recuerdo amoroso y al parecer se acercó a una comprensión de la profundidad del amor de Dios.
«Por primera vez comprendí la sólida verdad dispersa en las canciones de tantos poetas o proclamada en la brillante sabiduría de los pensadores y los filósofos: el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre. Entonces percibí en toda su profundidad el significado del mayor secreto que la poesía, el pensamiento y las creencias humanas intentan comunicarnos: la salvación del hombre solo es posible en el amor y a través del amor. Intuí cómo un hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad [...] si contempla el rostro de su ser querido. Aun cuando el hombre se encuentre en una situación de desolación absoluta, sin la posibilidad de expresarse por medio de una acción positiva, con el único horizonte vital de soportar correctamente, con dignidad, el sufrimiento omnipresente, aun en esa situación, ese hombre puede realizarse en la amorosa contemplación de la imagen de su persona amada. Ahora sí entiendo el sentido y el significado de aquellas palabras: “Los ángeles se abandonan en la contemplación eterna de la gloria infinita».
Quizá esa comprensión del amor de Dios capacitó a los mártires para cantar en medio del martirio y morir alabando a Dios. Es el amor que todos debemos cultivar para amar a Dios con todo nuestro corazón, toda nuestra alma y toda nuestra mente. Creo que ese amor se pide y se recibe del Señor, pero también se cultiva y se ejercita en la práctica de la vida cristiana. Es el amor de los cristianos maduros, porque han conocido más de cerca a Dios. Busquemos ese amor hoy.

Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz

¿Que Ha Hecho Dios En Tu Vida? ♥

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