Ustedes sembraron maldad, cosecharon crímenes y comieron el fruto de la mentira, porque confiaron en sus carros y en la multitud de sus guerreros (Oseas 10:13).
El compendio A Treasury of Jewish Folklore [Antología del folklore judío] cuenta la historia de Reb Feivel, que vivía en la ciudad de Ternopil, Ucrania. Cierto día, mientras estaba sentado en su casa profundamente absorto en la lectura del Talmud, oyó un gran bullicio afuera. Se asomó a la ventana y vio un grupo de chiquillos traviesos. “De seguro están a punto de hacer una travesura”, pensó Feivel.
-Niños, corran a la sinagoga -les dijo, asomado a la ventana y, con tal de recuperar su tranquilidad, agregó lo primero que se le ocurrió-: Vayan a ver que allí hay un monstruo marino, ¡y vaya monstruo! Es un ser de cinco pies, tres ojos y una barba como la del chivo, pero verde.
Por supuesto, los niños salieron corriendo y Reb Feivel regresó a sus estudios. Sonrió para sus adentros al pensar en la artimaña con la que había alejado a aquellos bribones.
Pero al poco rato sus estudios fueron nuevamente interrumpidos, esta vez por el ruido de pasos. Cuando miró por la ventana vio a varios judíos que pasaban corriendo.
-¿A dónde van tan de prisa? -les preguntó.
-A la sinagoga -contestaron los judíos- ¿No se enteró? Allí hay un monstruo marino, un ser con cinco piernas, tres ojos y una barba como la de un chivo, pero verde.
Feivel se rió con ganas pensando en la broma que había gastado, y volvió a enfrascarse en su estudio del Talmud. Pero apenas comenzaba a concentrarse cuando oyó el bullicio de un gran tumulto en la calle. ¿Y qué vio al asomarse por la ventana? Una multitud corría hacia la sinagoga.
-¿Qué sucede? -les gritó.
-Vaya pregunta, ¿no se enteró? -le respondieron-. Delante de la sinagoga hay un monstruo marino. Es un ser con cinco pies, tres ojos, y una barba como de chivo, pero verde.
Cuando la multitud ya se alejaba, Reb Feivel se percató de que entre ellos se encontraba el rabino.
-¡Santo Dios! -exclamó- Si el rabino en persona se ha unido a toda esa gente, algo sucede de verdad. Donde hay humo, hay fuego.
Sin pesarlo dos veces, Reb Feivel tomó su sombrero y corrió tras la multitud.
-¿Quién sabe? -murmuró para sus adentros mientras corría sin aliento, rumbo a la sinagoga.
Nunca mientas, pues puedes terminar por engañarte a ti mismo. La mentira es muy poderosa. ¡Ten cuidado! Sus consecuencias son desastrosas.
MEDITACIONES MATINALES JÓVENES 2013
¿SABÍAS QUE…?
Por: Félix H. Cortez
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