Hace algunos años, hablar del fin del mundo era un tema casi exclusivamente religioso. Parecía que los sermones de líderes espirituales acerca del futuro eran demasiado catastróficos, infaustos y negativos ante los discursos progresistas y vanguardistas de los sectores científicos de la sociedad. Sin embargo, actualmente son los ambientalistas, los ecologistas e investigadores quienes están seriamente preocupados por el calentamiento global y el cambio climático del planeta, el cual ha provocado que hoy padezcamos cada vez más huracanes -y más agresivos- así como más terremotos. A eso hay que agregar las asfixiantes crisis económicas en diversas partes del mundo, así como la amenaza de estallidos sociales que eso puede provocar. Son tiempos de una enorme intranquilidad social, como predijo la Biblia, un escenario de “angustia de las gentes” previo a la venida de Jesús a este mundo (Luc. 21:25).
En efecto, nueve veces, la expresión “tiempo del fin” y otros términos paralelos aparecen en el libro del profeta Daniel. Por otra parte, todos los ciclos proféticos que presenta se cierran con una descripción de los eventos que tendrán lugar al final de la historia. Hasta el siglo XVIII, la parte de este libro relativa a los acontecimientos finales había sido considerada como oculta, secreta, incomprensible, pero en el siglo XIX, el tiempo del cumplimiento de lo profetizado estaba cerca y el libro debía ser estudiado y revelar los secretos tan celosamente guardados. Así lo comprendieron y proclamaron los pioneros de nuestra iglesia. Elena de White escribe: “A medida que nos acerquemos al término de la historia de este mundo, las profecías registradas por Daniel exigen nuestra atención especial, puesto que se relacionan con el tiempo mismo en el que estamos viviendo” {Profetas y reyes, p. 245).
Los anuncios del libro de Daniel son una providencia especialmente revelada para el pueblo de Dios del tiempo del fin. Ellos nos marcan el camino que debemos seguir y el mensaje del juicio que debemos predicar; nos dan fe y seguridad en la dirección profética de Dios; nos advierten y preparan para el gran reencuentro con nuestro Salvador. Nos recuerdan que hay un Dios en los cielos invitándonos a estar pendientes del reloj profético, recordándonos que ha llegado el momento de estudiar las profecías que anuncian el devenir de este mundo.
Hoy es el tiempo ideal para levantar nuestras cabezas y observar con atención el cumplimiento de las profecías que anuncian el regreso de Jesús a este mundo.
Matutina 2015
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