“Esto es bueno y agradable delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. 1 Timoleo 2:3, 4
SIGNIFICA “TODOS […] son justificados” lo mismo que “todos son salvos”? Ojalá. Hay una enseñanza denominada “universalismo” que declara que, al final, Dios sal vará a cada ser humano que haya vivido alguna vez, incluyendo a Adolf Hitler, Stalin, Idi Amin, Bokassa, Osama bin Laden, y a ti y a mí. Al final, todo el mundo se salva.
Y, en el fondo de mi corazón, tengo que creer que el propio Dios quisiera que esto fuese cierto, ¿no crees? Si tú fueras el Padre, ¿no anhelarías que todo hijo tuyo acabara salvándose? ¡Cuántas veces he escuchado cuando padres desconsolados se angustiaban por las decisiones que tomaban sus hijos! ¿Hay algún padre en el mundo que no haría casi cualquier cosa por garantizar que un hijo suyo acabara salvándose? Dios, sin duda, conoce ese anhelo.
Por eso las Escrituras están llenas de versículos como nuestro texto de hoy. “Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres” (1 Tim. 4:10). “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad” (Tito 2:11). “Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra” (Isa. 45:22, NVI). “El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos” (2 Cor. 5:14, NVI). “Todos”, “toda”, “todos”, “todos”: observa la repetición. “El Señor […] no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Ped. 3:9, NVI). Está claro que Dios desea universalmente que todos sus hijos de la tierra acudan a él, que todos ocupen su lugar entre sus elegidos.
Sin embargo, aunque la Biblia enseña la provisión de la salvación universal, no sugiere la aceptación universal de la salvación. Dios absuelve a todos, pero no todos lo aceptan. Y por eso Dios no salvará a toda la raza humana. Valora demasiado nuestra libertad de elección como para obligar a todos a elegirlo a él y ser salvos. Para que el amor sea amor, debe no solo concedernos el derecho a decirle Si; también debe concedernos el derecho a decir NO. De ahí los tribunales de pleitos matrimoniales y los corazones rotos, porque no puede imponerse el amor. Y Dios no poblará el cielo con gente que no quiera estar allí.
Pero tú quieres estar allí y yo quiero estar allí. Y el evangelio eterno declara que Dios ha hecho todo lo divina y humanamente posible para garantizar que todos estemos allí.
“El Sueño de Dios para Ti, Tú Eres el Elegido”
Por: Dwight K. Nelson