Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Lucas 24:21
Los alumnos se acomodaban para el desfile de graduación. Todos estaban nerviosos. Yo más, pues iba a pronunciar el discurso de graduación. Todos estaban celebrando un final: los estudiantes habían terminado la secundaria y estaban listos para graduarse; pero, sin desmerecer sus esfuerzos y logros, yo tenía otra perspectiva del asunto.
–Terminas la escuela secundaria –dije–, ¿y ahora qué? Este no es el final, tan solo es el principio. Ahora puedes iniciar una carrera universitaria, un trabajo, u otra cosa. No lo olvides: aún no has llegado, solo estás empezando –todos sonrieron.
Aquella era una celebración, pero muchos finales no se celebran. El fin de una amistad, una relación, un matrimonio, la pérdida de las posesiones, o el fin de una vida. Son muchas las cosas que parecen llegar a su final, pero ¿no será más bien un venturoso inicio? Dos discípulos caminaban con el sentimiento de un final; así lo expresaron al forastero que les preguntó por qué estaban tristes. Su maestro, el que pensaban “había de redimir a Israel”, y en quien habían puesto toda su esperanza, había sido crucificado, y ahora tenía tres días de muerto (ver Luc. 24:13-21).
Para ellos era el final más triste, trágico y desesperanzador que pudiera haber. Para Jesús, que caminaba a su lado y aún no lo sabían, era el principio más glorioso, pues ahora estaba completada su obra de redención, y el mundo estaba a punto de recibir estas buenas nuevas. Cuando sus ojos fueron abiertos, pudieron percibirlo todo; sus corazones ardían de gozo con sus palabras. ¡Una nueva vida empezaba para ellos!
¿Pasas acaso por un momento que te parece ser el final? ¿Tu situación se asemeja a esa parte del camino donde no hay salida o “se terminó el camino”? Cualquiera sea tu realidad en este momento, ten la seguridad de que Jesús camina contigo y te dice: “Hija mía, sé que te parece el final, pero es tan solo el principio de cosas grandes y maravillosas”. Sí, eso que ahora parece la peor tragedia se puede convertir, por la gracia de Dios, en tu mayor victoria. Permite que él te hable y tu corazón arderá de esperanza al escuchar sus palabras.
Carolina Estrada.
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