El rencor es un veneno para el cuerpo y para el espíritu, es un lujo que no podemos darnos. El Padre nuestro dice: “y perdónanos... como (de la misma manera) perdonamos”. No pudiera ser más claro: si nosotros no perdonamos, no seremos perdonados.
Es absolutamente necesario perdonar a otros para recibir sanidad y liberación.
El perdón nos hace libres del pasado, sana el futuro y restaura el presente.
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