Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. Salmo 103:3-5.
Se dice que uno de los hoyos más profundos causados en forma espontánea por la naturaleza se produjo en Guatemala debido a una filtración de aguas negras; se asegura que tenía decenas de metros de profundidad y que varias personas e incluso casas cayeron en él, y no volvieron a ver nunca más la luz del día.
Caer en un hoyo puede ser fatal; la Biblia hace alusión a la caída en otro, tipo de hoyo: el hoyo de la desesperanza, la desesperación, la angustia y el dolor. Quien se encuentra en cualquiera de estas situaciones piensa que todo está perdido e, intentando salir con sus propios recursos, a veces se hunde más en él. Con la ayuda de Dios, hemos de caminar bien alertas para no caer nunca en este hoyo.
Cuando una persona es presa de la desesperanza, la angustia y el dolor, tiene una sensación de pérdida irrecuperable, siente desprecio por su propia vida y, en la oscuridad total, se siente impotente y desolada, al borde del suicidio en algunas ocasiones. Esta sensación puede ser tan intensa que la persona solamente ve su propio dolor y no puede ver la mano de Dios extendida hacia ella, dispuesto a rescatarla. Sin duda ha llegado ahí por el peso de sus culpas, errores y falta de fe en Dios, por lo que desconfía de sí misma.
Dios se ofrece voluntariamente para sacarnos del hoyo, aun del más profundo. En su Palabra leemos: «Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión» (Sal. 103:4). ¿Habrá hoyo más profundo que el sepulcro?
Sacarnos del hoyo, del sepulcro, incluye el perdón de los pecados y la restauración total de las capacidades que creíamos perdidas. Además de que somos abrigados con un manto de amor y de compasión.
Amiga, ¿sientes que en el momento que estás viviendo, moras en un hoyo oscuro y cenagoso y que no tienes ni encuentras la forma de salir de él? Recuerda, la promesa del Señor para ti es: «A pesar de todo, no habrá más penumbra para el que estuvo .angustiado» (Isa. 9:1).
Aférrate a esta magnífica promesa y pronto podrás nuevamente ver la luz de la esperanza. Recuerda que no estás sola, él está contigo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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