"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

sábado, 1 de marzo de 2014

No un error sino un milagro

“Me invocará, y yo responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”.

 Salmo 91:15.

Cuando Jefry, mi hijo mayor, tenía 16 meses tuvimos que llevarlo de urgencia al pediatra. Nos angustiamos mucho al ver que le sacaban sangre y él lloraba desconsoladamente.

Cuando el médico nos dio el resultado del análisis, nos dijo que el niño tenía plomo en la sangre. Nos miramos con mi esposo y nos preguntamos qué significaría eso. El médico nos explicó que posiblemente nuestro hijo había manipulado juguetes con alto contenido de plomo, o tal vez la pintura de nuestro departamento lo había afectado.

Para un tratamiento eficaz nos recomendó una clínica especializada en casos como el de Jefry, a la cual fuimos inmediatamente. Cuando llegamos, los especialistas vieron los análisis e indicaron que el niño debía ser internado de inmediato. Nos mostraron el lugar donde nuestro niño permanecería durante varios meses, hasta que el plomo bajara.

También nos dijeron que su aprendizaje se vería afectado y que deberíamos volver al día siguiente con la ropa del niño y la nuestra, porque nos esperaba una lenta recuperación. Regresamos a casa compungidos, sin entender la situación, y apenas entramos caímos postrados de rodillas y le pedimos a Dios que nos ayudara a aceptar su voluntad; en ese mismo momento entregamos a nuestro hijo en sus manos de amor.

Ese día oré sin cesar, clamando a Dios que cuidara del niño que me había regalado para que creciera sano, y le evitara sufrimiento durante el tratamiento que recibiría en la clínica.

Mi esposo salió a visitar a los hermanos de la iglesia, como todos los días. Habían pasado dos horas cuando él volvió a casa. De pronto, sonó su celular; lo llamaban de la clínica para decirle: “Disculpe, señor, hemos realizado un nuevo análisis y nos hemos dado cuenta de que hubo un error en el diagnóstico. Su hijo no tiene plomo en la sangre”. Mi esposo respondió: “No, señorita, no es un error, es un milagro de nuestro Dios”.

Nos arrodillamos nuevamente y agradecimos al Señor por su respuesta.

Hoy Jefry goza de muy buena salud.

Querida amiga, cuando invocamos a Dios, él responde; lleva nuestra carga de angustia y nos libra de todo mal.

Flor de Paico, Perú

DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014

DE MUJER A MUJER

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