“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Efesios 4:32.
Perdonar significa que si alguien nos ha hecho mal, en lugar de aplicar justicia o exigir que “pague” su ofensa, lo dejamos libre de culpa y cargo y lo tratamos como si nunca nos hubiera ofendido o injuriado. Perdonar no es fácil. Nunca lo fue. Nuestro orgullo nos impide perdonar, pero el perdón es el camino más corto para librarnos de la pesada carga que nos genera la ofensa. Guardar rencor hacia quien nos ofendió se convierte en una carga difícil de soportar. Conforme pasa el tiempo, se torna más pesada. Nos roba la paz y hace que nuestras acciones y pensamientos estén volcados hacia el ofensor. El resentimiento toma forma. Se convierte en una sombra que nos sigue a todas partes.
El apóstol Pablo nos enseña cómo tratar con nuestros ofensores. Durante su ministerio había personas que siempre lo ofendían y cuestionaban su obra, pese a sus desvelos por ayudar al prójimo y predicar la Palabra de Dios. A veces le hacían la vida imposible. Lo difamaban. Desconocían su autoridad. ¿Qué hizo Pablo? Perdonar, olvidar la ofensa y actuar como Cristo lo hizo con sus ofensores.
Solo Dios puede curar las heridas sufridas por las ofensas de nuestro prójimo. ¿Qué hacer para vernos libres de las cicatrices?
Primeramente, confesar a Dios los sentimientos negativos que nos invaden, pedir su perdón y ayuda para perdonar la ofensa del hermano.
Luego, estudiar la Biblia diariamente y reflexionar acerca del perdón, teniendo en cuenta el ejemplo de Jesús y de los hombres y mujeres que perdonaron, o las consecuencias que sufrieron quienes no lo hicieron.
En tercer lugar, evitar recordar la ofensa, por lo menos hasta haber sanado, ya que esto dificulta la sanación. Orar diariamente por la conversión y salvación del ofensor. Devolver bien por mal nos hace más semejantes a Cristo. Finalmente, perdonar, o sea dejar la ofensa en manos del Señor y sentirnos como si nunca nos hubieran ofendido.
Querida amiga, solo así se cerrará la herida. No permitas que Satanás controle tus emociones y el rencor te haga negativa, amargada e infeliz.
Tania G. Linares de López, Perú
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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