SIN MAQUILLAJE
Todas las mujeres sabemos que la parte de nuestro cuerpo que debe ser más cuidada es el rostro. Muchos aseguran que el rostro es como la fachada de un edificio; es lo primero que vemos de una persona y, de lo que se muestre en él, dependerá lo que pensemos que hay en su interior. Por esa razón hay que limpiar muy bien la piel del rostro todos los días, para que irradie luminosidad y salud; y cuando esto no se logre al ciento por ciento, una manita ligera de maquillaje será una buena ayuda. Debajo quedarán las imperfecciones que causan manchas y granitos, y podremos de ese modo tener una apariencia agradable y saludable. Por supuesto, llevar una alimentación rica en vegetales y beber abundante agua son los mejores aliados de la belleza externa de la mujer.
Intentar tener un rostro hermoso es un privilegio de nosotras las mujeres, que somos conscientes de que la condición de nuestra vida interior trasluce por la mirada. No intentemos ocultar nuestras manchas y pecados con una capa de hipocresía; este tipo de maquillaje arruinará nuestra salud y la belleza natural que Dios nos ha dado. El mejor maquillaje para alguien que está en esta condición es cubrirse con la gracia divina del perdón de Dios. El Sagrado Libro nos dice: «Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30).
Sí, amiga, si somos mujeres prudentes y temerosas de Dios, humildes para reconocer nuestras faltas y sinceras al implorar el perdón del Señor, nos apropiaremos de la mejor y única receta que hará de la belleza un atributo permanente y duradero, independiente de la edad que tengamos, y a la que cualquier mujer puede aspirar. Tú y yo somos inmensamente afortunadas. Nunca intentemos ocultar nuestro mal proceder asumiendo posturas falsas, actitudes artificiales, y presuntuosos conceptos de nosotras mismas. Esto no solamente afeará nuestro rostro, sino que también nos hará sentirnos bastante frustradas; la cosecha será amargura y una baja autoestima.
¡Date esta mañana un buen baño de pureza con el agua que mana del trono de Dios, y te sentirás inmensamente bella! Así se dirá de ti: «¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!» (Prov. 31:31).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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