Amiga, este es nuestro ministerio. Debemos ser mujeres que, fieles al mandato divino, seguimos el consejo: «Enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la Palabra de Dios. ... A los jóvenes, exhórtalos a ser sensatos. Con tus buenas obras, dales tú ... ejemplo en todo» (Tito 2: 3-7).
Indudablemente un gran reto, pero también una hermosa oportunidad para testificar de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas. El primer requerimiento del Señor para realizar esta tarea es mantenernos cerca de él con lazos inquebrantables de fe; esto nos permitirá vivir con decoro, siendo ejemplo en conducta, en palabras y en actitudes. Solamente así caminaremos tras las huellas del Maestro y seremos aptas para que nos sigan las que vienen detrás.
El que recibe instrucción en la Palabra de Dios, comparta todo lo bueno con quien le enseña. Gálatas 6:6
Lo que dará poder a nuestro liderazgo en el hogar, en la iglesia y en todo lugar, es mostrarnos como modelos dignos de imitar, y lo lograremos cuando nuestro modelo sea Jesucristo.
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