La destrucción final será una trágica experiencia. Un evento especialmente triste para Cristo porque deberá destruir a quienes rehusaron la salvación. Jesús "es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 S. Pedro 3:9).
Cuando Jesús venga para cosechar la tierra, ¿en qué lado estará usted? ¿Se encontrará entre el grano maduro con los redimidos de todos los tiempos (Apocalipsis 14:13-16), o se hallará entre las uvas maduras de la ira, los perdidos (Apocalipsis 14:17-20)?
La multitud frente al balcón de Pilato, hace dos mil años, tuvo que enfrentar una decisión similar. De un lado estaba Jesús, el divino-humano Dios-hombre. Del otro, Barrabás, un hombre sin esperanza, incapaz de ayudarse a sí mismo o de ayudar a los que presenciaban la trágica escena. Y cuando las palabras de Pilato llegaron a la multitud, "a quién queréis que os suelte?, la multitud vociferó en tono airado, "¡a Barrabás"¡
"Entonces preguntó Pilato, ¿qué haré con Jesús, que se dice el Cristo?
La gente, a una, gritó: "¡Crucifícalo!
La gente, a una, gritó: "¡Crucifícalo!
Y Jesús, el inocente, fue crucificado; y Barrabás, el culpable, fue dejado libre (Ver S. Mateo 27:20-26).
¿A quién elegirá usted hoy, a Barrabás o a Jesús? ¿Elegirá usted seguir las ideas de factura humana y las enseñanzas contrarias a los Diez Mandamientos y al evangelio eterno de Jesús? ¿O decidirá "guardar los mandamientos de Dios y tener la fe de Jesús"? Recuerde, Jesús es el Único que promete enviar su Santo Espíritu para aclarar cualquier perplejidad que lo turbe, sanar cada aflicción que lo agobie y satisfacer cada deseo de su corazón.
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