"Deléitate en el Señor, y el te concederá los deseos de tu Corazón". Salmo 37:4

lunes, 13 de mayo de 2013

✿ Matutina Para La Mujer.✿



¿CONCUERDAN TUS PALABRAS CON TUS ACTOS?

Que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12


Cuando estaba realizando mi práctica docente recibí la supervisión de una profesora que tenía muchos años de experiencia en la actividad pedagógica. Recuerdo que cuando yo estaba frente a mi grupo de niños impartiendo mi clase, ella me miraba con ojos de censura. Cuando termine la clase, su crítica a mi trabajo fue bastante dura y desconsiderada. Sin embargo, escuche en silencio todas sus observaciones y, aunque reconocí que algunas estaban fuera de lugar, no la contradije. Al terminar, le solicite que me permitiera ir como observadora a una de sus clases para aprender de ella, a lo que respondió muy sorprendida con un “!No!”
A veces resulta fácil decir a los demás lo que deben hacer, pero las cosas se complican cuando tenemos que demostrar cómo hacerlo. Cualquiera puede hablar y dar indicaciones, pero decir: “Imítenme a mí, hagan lo mismo que yo”, no es tan sencillo. Para hablar de esa manera, una debe de estar segura de que es un buen modelo a imitar, porque ella misma ha imitado al mejor modelo que existe. Me asombra la actitud del apóstol Pablo, cuando al escribir a los hermanos de la iglesia de Filipo, dijo: “Hermanos, sigan todos mi ejemplo” (Fil. 3:17). ¿Te parece arrogante? En otro momento expreso palabras semejantes, en su Epístola a los corintios: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Cor. 11:1).

Esta segunda expresión me anima y me alienta. Pablo no hablaba con arrogancia ni con prepotencia, hablaba con autoridad porque era un fiel imitador de Jesucristo. Él estaba muy seguro de que el Señor lo había transformado, y sabía que todo cristiano ha de aspirar a ese mismo tipo de transformación.

Nosotras somos mujeres que vamos dejando huellas a las que vienen detrás, y deberíamos, sin arrogancia, poder decir: “Imítenme a mí”. Cuando hay armonía entre lo que decimos y lo que hacemos, ejercemos una influencia positiva y poderosa sobre los demás. Cuando solamente hablamos pero no ponemos en práctica diariamente lo que decimos, somos un “fraude” para todos los que nos observan, empezando por quienes comparten nuestro hogar.

Hoy es un día lleno de oportunidades y desafíos. Cerciórate de que lo que digas esté de acuerdo con lo que hagas.


Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado





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