¨Porque el Señor tu Dios es un Dios compasivo, que no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que mediante juramento hizo con tus antepasados" (Deuteronomio 4:31)
Esta promesa divina es hoy más necesaria que nunca. Ahora, que ya somos más de siete mil millones de habitantes en el mundo, parece que hay más soledad, especialmente entre los jóvenes.
El caso de Clara Anderson es un buen ejemplo. Servía como trabajadora doméstica en San Francisco, California. Era amable y muy escrupulosa. Un día, tras haber trabajado para la misma persona durante quince años, desapareció sin dejar rastro. Parecía que la tierra se la había tragado. Pero al fin, el Departamento de Servicios Sociales dio con su paradero.
Cuando la encontraron en un escondite montañoso, en las afueras de la ciudad, Clara estaba decidida a dejarse morir de hambre.
-¡Quiero morir, déjenme sola!- gritó.
Cuando un periodista se acercó a entrevistarla, le dijo:
-Mire, a nadie le importo. Soy solamente una criada, una más entre miles que hacen trabajos sin importancia. Mi vida no vale nada. No tengo parientes cercanos, no tengo familia ni amigos, estoy tan sola que no me interesa vivir. No tengo a nadie con quien hablar, nadie a quien abrirle mi corazón. A nadie le importo. ¡Déjenme morir!
Pero hay buenas noticias para ella y para todos los que viven circunstancias parecidas.
Es una tragedia vivir triste y solo, cuando tenemos un Padre amante que nos quiere como la niña de sus ojos. Ante Dios, tú vales más que la más valiosa de las joyas. Ante él tú tienes igual importancia e igual valor que el hombre más rico, el sabio más admirado y la persona más famosa de este planeta. Dios dice: “Y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza” (Mat. 10:30).
Mark Finley dice: “Luego de habernos creado, Dios tiró el molde. No hay un ser igual a otro en todo el universo (ni siquiera entre hermanos gemelos). Cuando los genes y los cromosomas se unieron para formar la estructura biológica particular de nuestras respectivas vidas. Dios hizo seres únicos. Cada ser humano es especial para él”.
¿Cómo no va a saber tu Padre celestial lo que te pasa si tiene la capacidad, el interés y el amor para saberlo todo con respecto a ti? Si sabe cuántos cabellos tienes, lo sabe todo de ti. Por tanto, te conoce, te considera muy valioso y te ama. Confía en Él.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Esta promesa divina es hoy más necesaria que nunca. Ahora, que ya somos más de siete mil millones de habitantes en el mundo, parece que hay más soledad, especialmente entre los jóvenes.
El caso de Clara Anderson es un buen ejemplo. Servía como trabajadora doméstica en San Francisco, California. Era amable y muy escrupulosa. Un día, tras haber trabajado para la misma persona durante quince años, desapareció sin dejar rastro. Parecía que la tierra se la había tragado. Pero al fin, el Departamento de Servicios Sociales dio con su paradero.
Cuando la encontraron en un escondite montañoso, en las afueras de la ciudad, Clara estaba decidida a dejarse morir de hambre.
-¡Quiero morir, déjenme sola!- gritó.
Cuando un periodista se acercó a entrevistarla, le dijo:
-Mire, a nadie le importo. Soy solamente una criada, una más entre miles que hacen trabajos sin importancia. Mi vida no vale nada. No tengo parientes cercanos, no tengo familia ni amigos, estoy tan sola que no me interesa vivir. No tengo a nadie con quien hablar, nadie a quien abrirle mi corazón. A nadie le importo. ¡Déjenme morir!
Pero hay buenas noticias para ella y para todos los que viven circunstancias parecidas.
Es una tragedia vivir triste y solo, cuando tenemos un Padre amante que nos quiere como la niña de sus ojos. Ante Dios, tú vales más que la más valiosa de las joyas. Ante él tú tienes igual importancia e igual valor que el hombre más rico, el sabio más admirado y la persona más famosa de este planeta. Dios dice: “Y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza” (Mat. 10:30).
Mark Finley dice: “Luego de habernos creado, Dios tiró el molde. No hay un ser igual a otro en todo el universo (ni siquiera entre hermanos gemelos). Cuando los genes y los cromosomas se unieron para formar la estructura biológica particular de nuestras respectivas vidas. Dios hizo seres únicos. Cada ser humano es especial para él”.
¿Cómo no va a saber tu Padre celestial lo que te pasa si tiene la capacidad, el interés y el amor para saberlo todo con respecto a ti? Si sabe cuántos cabellos tienes, lo sabe todo de ti. Por tanto, te conoce, te considera muy valioso y te ama. Confía en Él.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
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