Salmo 138:8 “el Señor cumplirá su propósito en mí. Señor, tu amor es para siempre, tú no abandonas la obras de tus manos”
Seguro alguna vez te has preguntado el porqué de tu existencia, porqué naciste en ese pueblo o ciudad, porqué en esa familia, etc., y no has obtenido ninguna respuesta concreta y convincente. Algunos dirán que el destino te tenía entre sus planes, otros podrían decir que eres producto de la casualidad o aún de un error.
Querido amigo\a, déjame decirte que tú naciste por voluntad de Dios; sí, porque el Gran Rey del universo así lo ordenó. ¿Sabes? Ni siquiera una hoja se cae de un árbol sin que Dios lo autorice. Ese mismo Dios que con sabiduría puso al sol, la luna y las estrellas en su lugar, el mismo que mantiene el mar en su nivel, ese mismo Dios, fue quien te formo con amor en el vientre de tu madre y te protegió hasta hoy.
Si el Rey del universo controla su creación, no debes dudar ni un momento en que tú, siendo uno de sus seres más amados, estarás excluido de su cuidado.
Tu vida en este mundo, en la ciudad donde vives, en la familia que Dios, en tu trabajo, etc., tiene un gran propósito que Dios tiene para ti; por eso existes, por eso en el lugar donde estas, por eso con la familia, amigos y compañeros que tienes. Dios jamás olvida ni desecha la obra de sus manos. Tú eres creación divina, tu eres lo más importante para Dios, por eso respiras en este preciso instante, acto con el que te confirma su amor y su cuidado.
Es tan grato tanto para nosotros como para nuestro Padre celestial, cuando descubrimos, aceptamos y decidimos vivir como hijos de Dios, hasta el punto de decir con toda seguridad “el Señor cumplirá su propósito en mí. Señor, tu amor es para siempre, tú no abandonas la obra de tus manos”
Estimado amigo, recuerda que Dios te escogió a ti para un gran propósito ¿estás tú dispuesto a asumir este propósito divino?
“El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y te conceda su bondad” Numeros 6: 24-25
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