viernes, 16 de agosto de 2013
"Orar en El Espíritu"
¡Cuantas veces acudimos a Dios en Oración y no podemos hallar las palabras para abarcar nuestros anhelos y temores! Quizás necesitamos desesperadamente hacernos entender, pero ni siquiera estamos seguros de que nosotros entendemos totalmente.
Y así luchamos en oración, anhelantes de la seguridad de que Dios no solo esta escuchándonos, sino de que su corazón y el nuestro están vibrando al unisono.
El recoge nuestras frases y las termina. El da a nuestros gemidos íntimos un vehículo de expresión que es inigualable en su extensión. En toda forma posible reproduce como el eco nuestros propios pensamientos y sentimientos, afirmando en su total dedicación a nuestra persona nuestra fe tentativa. El hace esto por nosotros en la Persona de su Espíritu.
"¿Que, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quien contra nosotros?"
Romanos 8: 31.
Y así luchamos en oración, anhelantes de la seguridad de que Dios no solo esta escuchándonos, sino de que su corazón y el nuestro están vibrando al unisono.
El recoge nuestras frases y las termina. El da a nuestros gemidos íntimos un vehículo de expresión que es inigualable en su extensión. En toda forma posible reproduce como el eco nuestros propios pensamientos y sentimientos, afirmando en su total dedicación a nuestra persona nuestra fe tentativa. El hace esto por nosotros en la Persona de su Espíritu.
"¿Que, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quien contra nosotros?"
Romanos 8: 31.
Dios les Bendiga Grandemente
jueves, 15 de agosto de 2013
Matutina Para La Mujer
APRENDAMOS A DESCANSAR EN EL SEÑOR
Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. (Salmo 3: 4)
«¿ Cómo podrá él dormir con todos los problemas que tiene?», me preguntaba una esposa asombrada al comprobar que su cónyuge se iba a la cama y a los pocos minutos quedaba profundamente dormido, aunque enfrentaba numerosas dificultades. Esto parece ser propio de la naturaleza masculina, y no
es necesariamente un indicador de despreocupación. Es tan solo una forma varonil de enfrentar la vida.
Muchas de nosotras, sin embargo, con la más leve situación de estrés, entramos en un estado psicológico que nos impide en ocasiones conciliar el sueño. La preocupación parece ser un rasgo distintivo de las mujeres. Si es excesiva puede incluso llevamos a imaginar situaciones que posiblemente nunca sucederán, e incluso a desconfiar de la protección de Dios.
Todo tipo de preocupación tiene que ver fundamentalmente con tres asuntos vitales: hacer frente al pasado, al presente, y nuestras expectativas del futuro. Cuando nos quedamos atrapadas en las malas experiencias del pasado, ensombrecemos el presente y obstaculizamos todo lo bueno que pueda traemos el futuro. Un pasado rebosante de culpa es la herramienta favorita de Satanás para frenar nuestro desarrollo cristiano. Seguramente el. apóstol Pablo era consciente de esto cuando exclamó: «No pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando la que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial» (Fil. 3: 13-14).
Por otro lado, un presente ensombrecido por un pasado oscuro podría paralizar la vida e incluso impedir que caminemos en forma resuelta hacia el logro de los propósitos cotidianos. Tal vez una situación similar llevó al salmista a exclamar: «¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!» (Sal. 55: 6). Es reconfortante saber que Jesús es el amigo fiel que nos ofrece descanso verdadero y permanente. Lo que nos debe llenar de tranquilidad es recordar que el futuro le pertenece a Dios, y que en sus planes para cada uno, él siempre tendrá algo grandioso para ofrecemos si hacemos su voluntad y seguimos sus huellas en el sendero de la vida eterna.
Este es un buen día para recordar las cosas buenas del pasado, para anclar en Dios nuestra seguridad presente y para pensar que aún falta lo mejor!
Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado
¿Que debo Hacer?
Aunque no sea una lista exhaustiva, veremos las siguientes verdades citadas en la Biblia:
· Clame fuertemente a Dios y conviértase del mal camino y de la rapiña
(Jonás 3:5-10).
· Reconozca que ha pecado contra el cielo y contra Dios y que no es ya digno de ser llamado su hijo (Lucas 15:17-21; 2 Samuel 12:13).
· Llore amargamente por el pecado (Lucas 22:61,62).
· Acérquese a Dios, limpie sus manos; purifiquen sus corazones, aflíjase, lamente y llore; cambie su risa en llanto y su gozo en tristeza; humillase ante Dios
(Santiago 4:8-10).
· Deje sus caminos impíos y sus malos pensamientos y vuélvase al Señor
(Isaías 55:7).
· Redima los pecados con justicia y las iniquidades haciendo misericordia con los oprimidos (Daniel 4:27).
· Ore a Dios y confiese que usted ha pecado y hecho iniquidad, que ha hecho impíamente y ha sido rebelde y se ha apartado de sus mandamientos y de sus ordenanzas. Busque el favor del Señor volviéndose de sus pecados y prestando atención a la verdad del Señor (Daniel 9:4,5,13).
· Mejore sus caminos y sus obras y obedezca al Señor (Jeremías 26:13).
· Confiese el nombre de Dios y conviértase del pecado (1 Reyes 8:35).
· Vuelva en usted, ore a Dios y conviértase a Dios de todo corazón y con toda el alma (2 Crónicas 6:37,38).
· Busque la salida que Dios ha provisto para resistir firme la tentación
(1 Corintios 10:13).
· Siembre para el Espíritu para segar vida eterna; no se canse de hacer bien; haga bien a todos mayormente a la familia de la fe (Gálatas 6:8-10). · Gima y clame a causa de todas las abominaciones (Ezequiel 9:4) · Conviértase, vuélvase de sus ídolos y aparte su rostro de todas sus abominaciones (Ezequiel 14:6). · Apártese de todos sus pecados que hizo y guarde todos los estatutos de Dios, haga según el derecho y la justicia. Considere todas las ofensas cometidas y vuélvase de ellas. ¡Arrepiéntase! Conviértase de todas sus impiedades. Apártese de todas sus impiedades que usted ha cometido y hágase un corazón nuevo y un espíritu nuevo (Ezequiel 18:21,23,27,28,30,31). · Confese sus pecados (1 Juan 1:9).
· No encubra pecados, confiéselos y apártese de ellos para hallar misericordia (Proverbios 28:13).
· Reconozca su pecado ante Dios y no encubra su iniquidad; confiese sus transgresiones al Señor (Salmo 32:5).
· Lávese y límpiese. Quite la iniquidad de sus obras de delante de los ojos de Dios. Deje de hacer lo malo, aprenda a hacer el bien, busque el juicio, restituya al agraviado, haga justicia al huérfano, ampare a la viuda (Isaías 1:16-18). · Arrepiéntase de las obras muertas (Hebreos 6:1).
· Produzca (buen) fruto manteniéndose en su arrepentimiento y evite el ser cortado y echado en el fuego (Mateo 4:12-17; Mateo 25:34-36; Lucas 3:8-14).
· Esfuércese a entrar por la puerta angosta (Lucas 13:24).
· Arrepiéntase y conviértase a Dios y haga obras dignas de arrepentimiento.
(Hechos 26:20).
· Persevere en hacer bien, busque gloria, honor e inmortalidad para que pueda tener vida eterna (Romanos 2:7).
· No viva conforme a la carne, sino conforme al Espíritu haciendo morir las obras de la carne y vivirá (Romanos 8:13).
· No participe en los pecados ajenos y consérvese puro (1 Timoteo 5:22).
· Guárdese de los ídolos (1 Juan 5:21).
· Manténgase sin mancha de este mundo (Santiago 1:27).
· Medite en su cama y calle (Salmo 4:4).
· Considere sus camino y vuelva sus pies a los testimonios de Dios (Salmo 119:59).
· Pida a Dios que examine su corazón y lo conozca, que lo pruebe y conozca sus pensamientos para ver si hay en usted camino de perversidad y que lo guíe por el camino eterno (Salmo 139:23,24).
· Mantenga la fe y la buena conciencia (1 Timoteo 1:19)
· Deseche toda malicia y engaño, hipocresía, envidia, y todas las detracciones; desee la leche espiritual no adulterada (1 Pedro 2;1,2) .
· Guarde su lengua del mal y sus labios de hablar engaño; apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala (1 Pedro 3:10,11)
· Procure con diligencia ser hallado por Dios sin mancha, irreprensible y en paz
(2 Pedro 3:14)
· Haga morir en usted lo terrenal, deje la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia, las palabras deshonestas de su boca; no mienta (Colosenses 3:5-10)
· Deje los dioses ajenos (1 Samuel 7:3) y las ofensas cometidas: busque un nuevo corazón y un nuevo espíritu (Ezequiel 18:31)
· Avergüéncese de sus pecados pasados (Romanos 6:20-22)
· Contrístese según Dios y tenga un ferviente deseo de limpiarse
(2 Corintios 7:10,11).
· Tenga un corazón contrito y humillado (Salmo 51:17).
· Tema a Dios y aborrezca su pecado (Salmo 36:1,2)
· Evite todos los pecados que aparecen en 1 Corintios 6:9,10; Efesios 5:5-7;
Gálatas 5:19-21 y Apocalipsis 21:8)
· Restituya aquellas cosas que usted tomo (Exodo 22:3-17; Lucas 19:8-10)
Hacer Restitución
Los ladrones deben devolver lo que ellos robaron: El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.
Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble. Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.
Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.
Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble.... En toda clase de fraude, ... el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo... Mas si (el animal) le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.
Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla. Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer. Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes (Éxodo 22:3-17).
¿Se aplica la restitución a nosotros bajo el Nuevo Pacto? ¡Sí! Ante la voluntariedad de Zaqueo de hacer restitución a los otros que él había engañado, Jesús declaró que esto mostraba que la salvación había llegado a él: Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:8-10).
Pero en el caso de un ladrón arrepentido moribundo, que no pudiera resarcir lo que robó bajo su condición, aun así será perdonado (Lucas 23:42,43).
El Arrepentimiento Bíblico
Hay diferentes ideas en nuestros días acerca de lo que es el “arrepentimiento”.
Pero ¿están ellas basadas en lo que las Escrituras enseñan? (2 Timoteo 3:16-17)? ¿Es meramente un cambio de mente o hay mucho más involucrado en ello? Vamos a mirar a algunas de las más claras y más precisas definiciones bíblicas del arrepentimiento, comenzando con la enseñanza de Jesús acerca de Jonás y los ninivitas: Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar (Mateo 12:41). Para averiguar exactamente lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “se arrepintieron”, vamos a revisar el recuento al cual se está refiriendo: Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.
E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo (Jonás 3:5-10).
Los ninivitas se humillaron y clamaron fuertemente a Dios, convirtiéndose cada uno de su mal camino. Según la autoridad final, esto constituye el “arrepentimiento”, a diferencia de lo que algunos en nuestros días equivocadamente quieren que nosotros creamos – un simple “cambio de mente”.
El Ejemplo del Hijo Pródigo
Otro buen ejemplo de arrepentimiento es la enseñanza de Jesús acerca del hijo pródigo: Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre ... el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo (Lucas 15:17-21). Jesús declaró que la humildad del pródigo, su compunción, reconocimiento del pecado y regreso a su Padre, hicieron que el volviera de nuevo a la vida de su estado espiritual de muerte y perdición: Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse (Lucas 15:24). Esto es obviamente muerte y vida espirituales, ya que el pródigo no fue afectado físicamente por esta muerte. ¿Cuán Importante es Arrepentirse? Pedro enseñó que el arrepentimiento es el remedio para la muerte: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). No solamente fue el arrepentimiento el mensaje de Juan el Bautista (Mat. 3:1,2), sino que Jesús continuó el mensaje de Juan después que éste fue aprisionado. No hay mayor sanidad en el mensaje de uno que cuando está respaldado por el mensaje del propio Señor: Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea ... Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mat. 4:12,17).
Otros Ejemplos Bíblicos
El arrepentimiento de David después de su adulterio y asesinato incluyó el reconocimiento de su pecado (2 Samuel 12:13). Observe su oración sincera y de corazón en el Salmo 51. Por otro lado, Saúl estaba más preocupado de ser honrado delante del pueblo que de mostrar verdadera humildad con respecto a su desobediencia: Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios (1 Samuel 15:30). La reacción de Pedro hacia su propio pecado (negar a Jesús tres veces) fue el llanto amargo: Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente (Lucas 22:61,62). ¡Cuán sabio es seguir el consejo de Santiago, que predicó el verdadero arrepentimiento que, a propósito, refuta el punto de vista sobre el avivamiento en el movimiento de la “risa santa”: Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará (Santiago 4:8-10).
Perdón Condicional
Muchos maestros populares en nuestros días erróneamente proclaman que todos los pecados de los cristianos – pasados, presentes y futuros – han sido ya perdonados. En contraste, la Biblia cita condiciones para ser perdonados después que se ha experimentado la verdadera regeneración: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). El Apóstol Juan – que era salvo – se incluía a sí mismo aquí usando el pronombre “nosotros”. Esta confesión de pecados a Dios debe estar también combinada con la voluntariedad de renunciar a esos pecados: El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia (Proverbios 28:13). El Señor Jesús dio otro condición relevante para recibir el perdón, de la que pocos en nuestros días tienen deseos de predicar: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14,15). Jesús está dirigiendo su enseñanza a sus propios discípulos que vinieron a El (5:1,2). Observe también en Mateo 6:14,15 que Jesús les dijo que “vuestro Padre” no os perdonará vuestras ofensas si vosotros no perdonáis a los hombres sus ofensas. El no puede estar hablando a gente no salvada ya que ellos no tendrían a Dios como su Padre espiritual. El Rey David escribió, “Bienaventurado aquél cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1) y dijo cómo él había obtenido el perdón: Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová, y tú perdonaste la maldad de mi pecado (Salmo 32:5). El perdón no viene en forma automática, como se evidenció en el versículo precedente. David tuvo que hacer algo para obtener este perdón. Quizás Juan tenía este versículo y otros similares en mente cuando escribió 1 Juan 1:9.
El consejo del Dios Soberano a través de Isaías fue:
Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isaías 1:16-18). Dios es compasivo y misericordioso, no queriendo que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9) pero nosotros debemos hacer nuestra parte según está registrada en las Santas Escrituras. La Biblia no enseña que los cristianos están ya perdonados aun antes de que sus pecados futuros sean cometidos. No deje que los falsos maestros de nuestros días lo engañen. Presten atención al mensaje de la Escrituras:
El Verdadero Arrepentimiento produce “Fruto”
En el momento del arrepentimiento y de la salvación inicial, pasamos de muerte a vida (1 Juan 3:14), de las tinieblas a la luz (Hechos 26:18, Efesios 5:8, 1 Pedro 2:9), y del poder de Satanás a Dios (Hechos 26:18). Pero esto no acaba aquí. Juan el Bautista dio su entendimiento inspirado por el Espíritu Santo en cuanto a lo que Dios requiere del arrepentimiento, en Lucas 3:8-14: Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento. Y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿Qué haremos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Observe la responsabilidad humana involucrada. ¿Estaba Juan enseñando una salvación por medio de “obras”? De ningún modo. El padre de Juan, Zacarías, profetizó acerca de él bajo la inspiración del Espíritu Santo (Lucas 1:67) que Juan daba al “pueblo de Dios conocimiento de salvación para perdón de sus pecados”, V. 77. Aunque algunos pudieran reclamar equivocadamente que Juan enseñaba la “ley” y las “obras” del Antiguo Testamento, ¡Dios dio el conocimiento de la salvación a través de él! La enseñanza de Jesús acerca de los justos fue muy similar e incluía acción de la parte de los redimidos o los “benditos”: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:34-36). Jesús enseñó, “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24). Pero “la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Aunque esto está en conflicto con el falso mensaje de “gracia” de hoy en día, ésta es la verdadera gracia Bíblica del Dios Todopoderoso. Escoja a quién creer – al que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18) o a los impíos convertidores de la gracia de hoy (Judas 3,4).
El Verdadero Arrepentimiento Incluye Dolor Santo y Vergüenza
El verdadero arrepentimiento también se manifiesta en dolor, vergüenza por aquellos actos pecaminosos cometidos y en un deseo ferviente de hacer las cosas correctamente: Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna (Romanos 6:20-22). Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto (2 Corintios 7:10,11). Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (Salmo 51:17). Por otro lado, los impíos están vacíos del temor de Dios y el dolor que lleva a la salvación: La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de dios delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y aborrecida (Salmo 36:1,2). Un buen punto clave de la condición de su corazón, entonces, es: ¿Teme usted a Dios y aborrece su pecado, o está usted entre los impíos anteriormente descritos?
El crecimiento cristiano es el resultado de nuestra permanencia y confianza en Jesús
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”
(Efe.4:13-14) “
En el don incomparable de su Hijo, ha rodeado Dios al mundo entero en una atmósfera de gracia tan real como el aire que circula en derredor del globo. Todos los que quisieren respirar esta atmósfera vivificante vivirán y crecerán hasta la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús.
Como la flor se torna hacia el sol, a fin de que los brillantes rayos la ayuden a perfeccionar su belleza y simetría, así debemos tornarnos hacia el Sol de Justicia, a fin de que la luz celestial brille sobre nosotros, para que nuestro carácter se transforme a la imagen de Cristo”(El Camino a Cristo, p. 68)
Cuando el comienzo de la vida cristiana se describe como un nuevo nacimiento y el creyente nuevo es considerado un bebé en Cristo, es importante que cada cristiano sea alimentado y tenga la oportunidad de crecer, para alcanzar la madurez espiritual.
Dios quiere que todos crezcan hasta la estatura plena de la naturaleza humana de Cristo para "que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina" (Efe. 4: 14).
El apóstol piensa que ha llegado el tiempo para que avancen y abandonen sus hábitos infantiles y se conviertan en adultos espirituales. v
Los cristianos "recién nacidos" tienen poca experiencia y conocimiento en la vida cristiana (Mat. 18: 3).
La metáfora de leche espiritual significa los principios sencillos, elementales y fundamentales del Evangelio (Hech. 6: 1-2).
Pedro se refiere al alimento espiritual que se encuentra en la "palabra de Dios"
(1 Ped. 1: 23, 25). Pedro usa el sustantivo "leche" para significar el alimento espiritual que necesitan todos los cristianos durante toda su vida; pero el autor de Hebreos o sea Pablo compara la "leche" con las doctrinas más elementales, como algo a lo cual debe añadirse tan pronto como sea posible el "alimento sólido" (Heb. 5: 12 - 6: 2).
La nutrición espiritual es imprescindible para el crecimiento espiritual.
La salvación es la meta y la recompensa de todos los que viven en armonía con la instrucción de la Palabra de Dios.
miércoles, 14 de agosto de 2013
Para Ti Amada Amiga
El cantar de los cantares....7:12
Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores..... Flores para ti amiga.
inspiradas en la Palabra de Dios..
un mensaje de animo si estas en momentos difíciles,
Dios tiene lo mejor para ti.....
Dios te bendiga...
Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores..... Flores para ti amiga.
inspiradas en la Palabra de Dios..
un mensaje de animo si estas en momentos difíciles,
Dios tiene lo mejor para ti.....
Dios te bendiga...
No Esperes Hasta el Ultimo Momento
No esperes hasta el último momento para arreglar tu vida con el Señor… pues (( nunca )) sabrás si HOY es tu último momento… (( pero )) alguien tratara de que tú NO te des cuenta…!!! Ya no vivas distraído… creyendo que vivirás por siempre y que te queda tiempo para seguir gozando lo que (( EL )) quien te engaña te dice que es VIDA… Dale tu Vida a Dios.
Matutina Para La Mujer
Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. Proverbios 4: 10-11
Dicen que la única pregunta que no se le debe hacer a una mujer es: « ¿Qué edad tiene usted?». El hecho es que si alguien osa plantearnos esa interrogante, quizá evadimos la respuesta con un toque de humor, o sencillamente mencionamos nuestra edad con una voz apenas audible. Personalmente yo creo que los años vividos no deberían avergonzar a nadie. Aunque quizá nos preocupe el efecto que los mismos hayan causado en nuestras vidas, en caso de que estén vinculados a un estilo de vida cuestionable.
A lo que menos deberíamos temer las mujeres, cuando hemos vivido en armonía con Dios, es a las canas y a las arrugas. Por otro lado, lo que sí debemos respetar son los estragos causados en la vida como consecuencia de malos hábitos, de pecados sin confesas, y de la carga asociada a un marcado sentimiento de culpa.
Los años bien vividos, pocos o muchos, deben hacer honor a lo que eres: una hija de Dios creada a su imagen y semejanza. El paso de los años jamás debería borrar en nosotras esa imagen. Asimismo, el conjunto de esos años debería glorificar el nombre de Dios. Cuando estos dos elementos se conjugan en una mujer cristiana, cada año vivido representa una bendición, no un motivo de vergüenza.
Examínate en el espejo de tu propia existencia. Observa las huellas que los años han dejado en ti. Los surcos formados en la comisura de tus labios, causados por las muchas sonrisas prodigadas, deben llenarte de orgullo. Las manas visiblemente desgastadas por los quehaceres femeninos serán un indicador de la misión cumplida. La espalda encorvada, quizá por todos esos años que pasaste reclinada en la cuna velando el sueno de tus hijos, debería hacerte sentir como una heroína.
La próxima vez que alguien te pregunte cuántos años tienes, responde sin vergüenza. Eres una heroína de la vida. Esparce experiencia, enseñanza y sabiduría apoyándote en cada uno de los años cumplidos, y alaba al Señor por los años futuros que él te regalará.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado
El Secreto del Perdón - 2
El dolor por la terrible traición de Hilda había llegado a ser insoportable para Fouke, pero el ángel le había anunciado que existía un remedio. Fouke necesitaría el milagro de los ojos mágicos, un par de lentes prodigiosos que le permitirían ver hacia atrás, hasta el momento en que se inició su dolor, y percibir a Hilda no como la esposa cruel que lo había traicionado, sino como una mujer débil que lo necesitaba. Esta manera nueva de ver las cosas iniciaría el proceso de curación.
Al principio Fouke no creía que fuera posible, pero se sometió a la voluntad del ángel. Al ponerse los lentes y mirar hacia atrás empezó a percibir a su esposa como nunca antes. Hilda no era un monstruo. Era una mujer buena pero débil y necesitada. Cada vez que Fouke miraba hacia atrás con los lentes preciosos, el ángel llegaba y le quitaba una piedrecita. Conforme Fouke empezó a ver a Hilda con sus nuevos ojos, poco a poco, en su corazón nacía un nuevo sentimiento de respeto y de afecto por ella.
El milagro del perdón se inicia cuando Dios nos da la capacidad de ver a nuestros enemigos, no a través de los lentes del odio, sino a través de los lentes de la gracia; cuando los separamos del mal que nos hicieron. Del mismo modo, Dios quita nuestros pecados y los pone sobre Cristo Jesús, y no nos mira a través de la lente de nuestra maldad. Esta nueva percepción de nuestros enemigos nos ayuda a ver quiénes son en realidad. No son monstruos, sino personas débiles, falibles y necesitadas de nuestra ayuda más que de nuestro odio. Esta nueva percepción hace posible que en nuestro interior surja un nuevo sentimiento hacia ellos y renunciemos a la venganza. El perdón es como una intervención quirúrgica en el corazón que quita el dolor, libera nuestra memoria del pasado y nos ayuda a mirar con gozo y confianza hacia el futuro.
El perdón no depende de la actitud del ofensor. Es algo que ocurre en el corazón del ofendido. Es salud para él. Si el ofensor está dispuesto, podrá beneficiarse de una reconciliación. El ofendido, sin embargo, siempre ha sido libre para sanar.
Puede ser que hayas vivido con el peso del odio y el deseo de venganza torturándote el corazón. ¿Por qué no pedir a Jesús los lentes prodigiosos en este momento?
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
martes, 13 de agosto de 2013
¡Pon Manos a La Obra!
Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes. Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo. Pero si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra. Salmo 104: 28-30
Hoy me gustaría hablar de las manos femeninas, que han sido motivo de inspiración de muchas canciones y poemas. Manos de mujer, que mecen la cuna y que curan las heridas. Manos que abrazan y consuelan a los desamparados. Manos que, con firmeza, conducen al niño que desconoce el camino que emprenderá en la vida. Manos que saben dar una caricia a la amiga que sufre, y al esposo cansado. Manos de mujer, por las que debería fluir todo el amor de Dios a los seres que sufren, que suplican amor, que viven en soledad, que anhelan aprobación. Corno dice un poema muy popular: «Una mujer fuerte, es una mujer “manos a la obra”».
Esa es la invitación de hoy: que pongamos nuestras manos a la obra. Hay demasiado que hacer, pero tan solo mediante la ternura que destila de las manos de una mujer podrá ser realizado. La mujer virtuosa «tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado» (Prov. 31: 20).
Quien está agobiado por la tristeza es terreno fértil para que tus manos abran un surco en su corazón abatido, y siembren esperanza. Si lo consigues, la bendición será reciproca: «El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido» (Prov. 28: 27).
Manos de mujer, laboriosas e incansables. Manos de costureras, de enfermeras, de maestras y de cocineras. Manos que, mientras cumplen con sus labores cotidianas, remiendan con hilos de amor los corazones rotos y curan las heridas con el ungüento del perdón. Son maestras del bien y escriben mensajes de amor en los renglones torcidos del alma que sufre. Son las que preparan el menú de la alegría cuando la familia se reúne en torno a la mesa familiar.
Amiga, es hora de que mires tus manos y, en forma reverente, le pidas al Señor que las limpie del mal y las use para el bien. Estoy segura de que, al terminar el día, recibirás el más delicioso y puro de los toques. ¡El toque de las manos de Dios!
Tomado de: Meditaciones Matinales para Damas 2013
“Aliento para cada día”
Por: Erna Alvarado
El Secreto del Perdón – 1
Hace mucho tiempo se me apareció el Señor y me dijo:«Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad»Jeremías 31: 3
En su libro Perdonar y olvidar, Lewis B. Smedes cuenta la historia de Fouke y su esposa Hilda. Fouke era un panadero alto y delgado que vivía en la aldea de Faken, en lo más recóndito de Frisia, en los Paises Bajos. Era tan recto que su justicia parecía brotar desde sus labios delgados y la gente prefería mantenerse alejada de él. La esposa de Fouke, Hilda, era pequeña y redonda. Su calidez no repelía a la gente con sus lecciones de honradez, sino que más bien los invitaba a su corazón que siempre parecía estar abierto para servir a todos.
Hilda amaba y respetaba a su esposo, pero anhelaba de él algo más que su justicia y rectitud, y en ese anhelo secreto residía la razón de su tristeza. Un día, después de haber trabajado toda la mañana amasando pan, Fouke regresó a casa donde encontró a un extraño en la cama con Hilda.
La historia del adulterio se convirtió en la conversación de la taberna y el escándalo de la congregación de Fouke. El recto panadero sorprendió a todos, cuando anunció que perdonaba a su esposa como la Biblia decía que debía hacerlo. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, Fouke no podía perdonar a su esposa por haberlo traicionado tan dolorosamente. Cuando pensaba en ella sentía que el corazón se le llenaba de rabia. En su interior la despreciaba y la odiaba. Quizá sin saberlo, Fouke había perdonado a Hilda solo para castigarla con el peso de su rectitud.
La falsedad de Fouke, sin embargo, no era aprobada en el cielo. Cada vez que Fouke sentía ese odio secreto, un ángel bajaba y colocaba una piedrecita del tamaño de un botón en el corazón de Fouke. Las piedrecitas fueron aumentando el dolor y el odio. El corazón creció tanto que Fouke se dobló bajo su peso y el dolor se hizo insoportable hasta que el hombre deseó morir.
Esa noche, el ángel que colocaba las piedrecitas anunció a Fouke que su dolor podía ser curado. Si recibía el milagro de los ojos mágicos, su corazón lastimado se renovaría.
Mañana continuaré con esta historia. Es posible que tú pases por la situación de Fouke. Alguien te lastimó, hay odio y dolor en lo más profundo de tu corazón. Ese dolor tiene solución si recibes el milagro de los ojos mágicos. Ese milagro lo puede hacer Dios en tu vida.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
La Escuela del Éxito – 2
Para llegar a dominar una habilidad se necesitan mucha práctica y perseverancia. El que aprende a tocar un instrumento lo sabe muy bien. Cuando alguien aprende a tocar el piano, su dedo va miles de veces a dar en la tecla equivocada. Es como un requisito que no está escrito en elmanual. Interesante, ¿verdad? No desanimarse por fracasar miles de veces antes de aprender a tocar.
Jaime y Josefina son los padres de un bebé perfectamente normal. El pequeño, que es un hato de energía, comienza a dar sus primeros pasos, se cae una y otra vez. Ellos observan sus progresos, al principio con satisfacción y luego con temor. Finalmente deciden llevar un registro. Cada caída del bebé se indica con una marca o símbolo. Al final se dan por vencidos. Después de que su bebé se caiga trescientas veces en una semana deciden hacer algo para poner fin a aquella dolorosa practica. Llegan a la conclusión de que aprender a caminar es muy difícil, así que le amarran los pies para que no camine y deje de darse de bruces contra el suelo.
Ridículo, ¿verdad? Pues Dios tampoco hace eso. Lo importante es que todo aquel que lo intente aprenderá a caminar. Muchos hombres afamados y exitosos llegaron a la cumbre pasando por el camino del fracaso habitual, estrepitoso y doloroso. Walt Disney, por ejemplo, que muchos reconocen como uno de los hombres más creativos que han existido, fue despedido de un periódico «porque carecía de creatividad». Después de aquel primer fracaso quedó varias veces en bancarrota antes de construir sus famosos parques recreativos. A «Babe» Ruth, el famoso bateador, lo «poncharon» mil trescientas veces. Pero consiguió setecientos catorce jonrones. Es decir, fue «ponchado» dos veces por cada jonrón que bateó.
Algunos escritores confiesan que durante sus inicios recibieron más de doscientas cartas de rechazo. Así que ya sabes el precio del éxito. En realidad, implica un trabajo muy duro. Ninguno se puede considerar escritor si no ha fracasado muchas veces. Por ejemplo, el novelista inglés John Creasey llegó a acumular setecientas cincuenta y tres cartas de rechazo. Luego publicó quinientos sesenta y cuatro libros.
Lo mismo pasa en el camino de la vida cristiana. El cristiano cae, se equivoca, peca, comete errores de toda clase. Pero, de todas esas situaciones, se levanta y al fin logra desarrollar un carácter como el de Cristo.
Tomado de: Meditaciones Matinales para Jóvenes 2013
“¿Sabías qué…?”
Por: Félix H. Cortéz
sábado, 10 de agosto de 2013
Miren Hacia el Cielo
Las evidencias que tenemos del cuidado y del amor de Dios por nosotros se expresan en las lecciones que Cristo dio a sus discípulos acerca de las cosas de la naturaleza.
No debe concentrarse la atención sobre lo deforme, sobre la maldición, sino en las riquezas de la gracia de Cristo que han sido provistas tan abundantemente, de tal manera que podamos vivir en este mundo y realizar nuestra parte en favor de la humanidad y, sin embargo, no ser del mundo.
Como peregrinos, como extranjeros que anhelamos las cosas brillantes de Dios, el gozo que está por delante, que buscamos una ciudad cuyo artífice y hacedor es Dios, que contemplamos las provisiones hechas en nuestro favor, las mansiones que Jesús ha ido a preparar para nosotros, y que hablamos de ese bendito hogar, nos olvidamos de las molestias y de los incómodos cuidados de esta vida. Nos parece estar respirando la misma atmósfera de ese país mejor, celestial. Nos sentimos aliviados, consolados; pero aun más, nos sentimos gozosos en Dios.
No podríamos conocer los propósitos llenos de gracia de Dios hacia nosotros si no fuera por las promesas, porque solamente a través de ellas podemos saber qué es lo que El ha preparado para aquellos que le aman. Como las flores en el sabio plan de Dios, que están constantemente extrayendo las propiedades de la tierra y del aire para desarrollarlas en los puros y hermosos capullos que exhalan su fragancia para deleitar nuestros sentidos, así debiera ser también con nosotros.
Extraemos de las promesas de Dios toda esa paz, ese consuelo, esa esperanza que desarrollará en nosotros los frutos de la paz, del gozo y de la fe. Y al incorporar estas promesas en nuestra propia vida las introducimos también en las vidas de otros. Por lo tanto, apropiémonos de estas promesas.
Ellas son como las preciosas flores del jardín de Dios. Deben despertar nuestra esperanza y expectativa, y conducimos a una firme fe y confianza en Dios. Deben fortalecernos en la tribulación y enseñamos las preciosas lecciones de la confianza en Dios y en estas preciosas promesas.
Confiemos calmadamente en Él y alabémosle porque nos ha mostrado tales revelaciones de su voluntad y propósitos para que no fundamentemos nuestras esperanzas en esta vida sino que mantengamos la mirada hacia arriba, a la herencia de luz, a fin de ver y percibir el asombroso amor de Jesús.
No debe concentrarse la atención sobre lo deforme, sobre la maldición, sino en las riquezas de la gracia de Cristo que han sido provistas tan abundantemente, de tal manera que podamos vivir en este mundo y realizar nuestra parte en favor de la humanidad y, sin embargo, no ser del mundo.
Como peregrinos, como extranjeros que anhelamos las cosas brillantes de Dios, el gozo que está por delante, que buscamos una ciudad cuyo artífice y hacedor es Dios, que contemplamos las provisiones hechas en nuestro favor, las mansiones que Jesús ha ido a preparar para nosotros, y que hablamos de ese bendito hogar, nos olvidamos de las molestias y de los incómodos cuidados de esta vida. Nos parece estar respirando la misma atmósfera de ese país mejor, celestial. Nos sentimos aliviados, consolados; pero aun más, nos sentimos gozosos en Dios.
No podríamos conocer los propósitos llenos de gracia de Dios hacia nosotros si no fuera por las promesas, porque solamente a través de ellas podemos saber qué es lo que El ha preparado para aquellos que le aman. Como las flores en el sabio plan de Dios, que están constantemente extrayendo las propiedades de la tierra y del aire para desarrollarlas en los puros y hermosos capullos que exhalan su fragancia para deleitar nuestros sentidos, así debiera ser también con nosotros.
Extraemos de las promesas de Dios toda esa paz, ese consuelo, esa esperanza que desarrollará en nosotros los frutos de la paz, del gozo y de la fe. Y al incorporar estas promesas en nuestra propia vida las introducimos también en las vidas de otros. Por lo tanto, apropiémonos de estas promesas.
Ellas son como las preciosas flores del jardín de Dios. Deben despertar nuestra esperanza y expectativa, y conducimos a una firme fe y confianza en Dios. Deben fortalecernos en la tribulación y enseñamos las preciosas lecciones de la confianza en Dios y en estas preciosas promesas.
Confiemos calmadamente en Él y alabémosle porque nos ha mostrado tales revelaciones de su voluntad y propósitos para que no fundamentemos nuestras esperanzas en esta vida sino que mantengamos la mirada hacia arriba, a la herencia de luz, a fin de ver y percibir el asombroso amor de Jesús.
Dios les Bendiga Grandemente
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