Orar es entrar en una intima relación con la mas increíble Mente del Universo.
Es nuestro privilegio "pensar en voz alta" ante El, y trabajar en todas y cada una de las facetas de nuestra vida mientras conscientemente nos relacionemos con la sabiduría de Dios.
Es aceptar la responsabilidad de la forma como vivimos, plenamente conscientes de su orientación, sin temor de condenación, porque sabemos que no es su propósito restarnos valor o intimidarnos.
En comunión con El; somos liberados para mirar francamente nuestras vidas, enfrentando los desafíos con la frente en alta.
Somos rescatados de la mediocridad ¡estamos unidos con la Divinidad! Somos liberados de la mezquindad ¡nuestra inspiración es la infinitud!
Creo que el tremendo poder disponible en la oración es el poder para vivir inteligente y razonablemente.
No es el poder obtenido por agitar una varita mágica. Se obtiene en la presencia de aquel que es maravillosamente razonable y realista. Y nuestras oraciones son efectivas ¡porque nosotros mismos somos hechos mas efectivos por e compañerismo con El.
Como amigos de Dios, asegurémonos de no dar a los incrédulos una impresión errónea. No estamos exentos de las enojosas realidades de la vida diaria. ¡Y no debemos olvidar hacer señales cuando queremos cambiar de carril!
Quizás alguien tendría que diseñar un letrero autoadhesivo para el parabrisas que diga: "¡Hay esperanza! Dios y yo todavía seguimos hablando!"
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