"No os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo”. 1 Pedro 4:12, 13
Como cristianos no estamos libres de dolor y adversidad. Cuanto más deseamos parecernos a Jesús, más aflicciones tenemos debido al gran conflicto entre el bien y el mal.
En todos los distritos donde trabajamos, creamos buenas relaciones y vínculos de afecto, pero nos tocó el desafío de conducir un distrito peculiar, de gente complicada, autosuficiente y orgullosa. Hicimos un buen trabajo, a mi parecer. Tratamos de reflejar a Jesús en nuestra vida, a pesar de nuestras imperfecciones. Actuamos según la voluntad de Dios, no obstante, hubo líderes no comprometidos con la iglesia que ensuciaron nuestro buen nombre. Fuimos injuriados sin un motivo válido. Hicieron llegar sus quejas a la Misión y debimos pagar por errores que no cometimos.
Cuando me enteré de que hermanos de nuestra propia iglesia nos habían difamado, no pude entender su maldad y sus celos. Habían desconocido el método bíblico para resolver conflictos (Mat. 18:15-17).
Esta situación me causó mucho dolor, amargura, resentimiento, odio y deseos de venganza, sentimientos que no quería tener. Me refugié en Aquel que cura las heridas del alma, le conté mis emociones y tuve vergüenza de mí misma. Rogué al Señor que me ayudara a entender por qué y para qué debía afrontar esta situación. Oraba y estudiaba la Biblia para encontrar una respuesta.
Lloré amargamente toda una noche delante de mi Dios; mi alma estaba afligida, le supliqué al Señor por sanidad espiritual y emocional. Y él habló a mi mente y corazón: “Hija mía, ¿acaso no comprendes que quiero que seas como yo: perfecta y pura como oro refinado en crisol? No esperes reconocimiento de nadie. Sírveme por amor. Ama a tus ofensores, ten misericordia de ellos y perdónalos. Lo único que importa es lo que yo pienso de ti. Te amo y estoy contigo”. El Señor me reconfortó y me libró de mi aflicción.
Volví a mirar a mis ofensores con piedad y misericordia.
Amiga, si tu fe está siendo probada, afronta la prueba con el Señor. Él te dará la victoria.
Tania G. Linares de López, Perú
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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