El corazón que hace planes perversos. (Proverbios 6:18).
El corazón perverso pertenece a una persona que permite que la impureza, la deshonestidad, el engaño y toda clase de maldades sean dominantes en su vida, y controlen sus pensamientos y sus actitudes. La perversidad es la maldad en grado superlativo.
Ese tipo de maldad al que llamamos perversidad nos conduce a realizar actos corruptos y sentirnos satisfechos con ellos, a vivir disfrutando del vicio y la depravación.
Para mucha gente es difícil entender cómo una persona puede llegar a una condición de depravación, sin embargo, esto es posible cuando nos dejamos ir descendiendo por la escala de los valores y las virtudes humanas hasta que la voluntad se deforma y la persona queda presa de sus deseos y caprichos.
Este proceso de degradación puede ser tan sutil que una persona podría no llegar a darse cuenta de que poco a poco va degenerándose hasta que es ya demasiado tarde para él, pues no es capaz de disfrutar del bien y de aspirar a las cosas buenas de la vida. De hecho, así sucede. Someter nuestra voluntad a la de Dios nos ayudará a conservar nuestra limpieza de manos e integridad de corazón.
Alejar la boca de la perversidad y apartar los labios de las palabras corruptas; fijar la vista en lo que está delante, en todo lo bueno y de provecho. Enderezar las sendas torcidas y no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, son los consejos del proverbista para el que desea alejarse de toda perversidad. Por lo tanto, “ponla mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad” (Prov. 4:25-27).
Hoy, cuando lo malo y lo bueno parecen juguetear, cuando la impureza ha tomado el lugar de lo santo y puro; cuando el mundo llama “preferencias de vida” a las conductas depravadas y corruptas, nosotras, las hijas de Dios, hemos de hacer todo el esfuerzo posible para que en nuestra vida y en nuestros hogares toda acción esté regida por un “así dice el Señor”.
La amonestación para hoy de parte de Dios es: “Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida” (Fil. 2:14-16)..
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
Ese tipo de maldad al que llamamos perversidad nos conduce a realizar actos corruptos y sentirnos satisfechos con ellos, a vivir disfrutando del vicio y la depravación.
Para mucha gente es difícil entender cómo una persona puede llegar a una condición de depravación, sin embargo, esto es posible cuando nos dejamos ir descendiendo por la escala de los valores y las virtudes humanas hasta que la voluntad se deforma y la persona queda presa de sus deseos y caprichos.
Este proceso de degradación puede ser tan sutil que una persona podría no llegar a darse cuenta de que poco a poco va degenerándose hasta que es ya demasiado tarde para él, pues no es capaz de disfrutar del bien y de aspirar a las cosas buenas de la vida. De hecho, así sucede. Someter nuestra voluntad a la de Dios nos ayudará a conservar nuestra limpieza de manos e integridad de corazón.
Alejar la boca de la perversidad y apartar los labios de las palabras corruptas; fijar la vista en lo que está delante, en todo lo bueno y de provecho. Enderezar las sendas torcidas y no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, son los consejos del proverbista para el que desea alejarse de toda perversidad. Por lo tanto, “ponla mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad” (Prov. 4:25-27).
Hoy, cuando lo malo y lo bueno parecen juguetear, cuando la impureza ha tomado el lugar de lo santo y puro; cuando el mundo llama “preferencias de vida” a las conductas depravadas y corruptas, nosotras, las hijas de Dios, hemos de hacer todo el esfuerzo posible para que en nuestra vida y en nuestros hogares toda acción esté regida por un “así dice el Señor”.
La amonestación para hoy de parte de Dios es: “Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida” (Fil. 2:14-16)..
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
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