“Yo planté, Apolo regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios que da el crecimiento”. 1 Corintios 3:6, 7.
Cuando conocí a Luz Marina llegamos a construir una linda amistad. Ella tenía una tienda y era mucho mayor que yo. Al comienzo de esa amistad no tocamos el tema religión, hasta que un día, con otros vecinos, sentí la necesidad de invitarla a compartir con nosotros una reunión de “Hogares de Esperanza”.
Ella se interesó en saber más acerca de la iglesia a la que asistíamos, y dialogábamos acerca de Dios y de la Biblia.
Llegó a confiar en mí y en mi familia. Cuando necesitábamos algo de la tienda y no teníamos en ese momento el dinero para la compra, nos fiaba afirmando: “Luego me paga, vecina”. Por supuesto, al día siguiente cancelábamos la deuda.
Mi acercamiento a ella no fue por simple amistad, ni por el solo interés de que asistiera a la iglesia, aunque la invitaba a nuestros programas y compartía con ella materiales misioneros. Todo se dio de forma natural, espontánea, y el tiempo que pasábamos dialogando sobre nuestro Salvador era reconfortante para ambas.
Un día, Luz empezó a sentirse mal. No me extrañó: su edad, sus problemas, sus deudas y la responsabilidad que significaba atender una tienda estaban haciendo efecto en su salud. Sus hijos la llevaron a vivir a otra ciudad, pero antes tuve la oportunidad de despedirme, y me pidió que no dejara de orar por ella y por su salud. No sé con certeza dónde vive ahora; lo que sí sé es que quedó sembrada la semilla del evangelio. De algún modo ella conoció a Dios y su verdadera iglesia.
No sé si habrá algún adventista en el lugar donde ella vive actualmente, con quien pueda seguir cultivando la semilla sembrada. No lo sé, pero mi decisión fue más firme que nunca: en todo lugar donde me encuentre daré a conocer a Jesús con amor sincero y con una clara conciencia de que el tiempo que resta para su regreso es breve.
Querida hermana, quizás entre tus vecinos haya hoy una “Luz Marina” esperando, anhelando conocerte para que le muestres a Dios y la gran esperanza que él trae a nuestro corazón. No trabajarás sola. Solo debes plantar, regar y orar. Dios dará el crecimiento.
Mónica Castillo Narváez de Espinel, Ecuador
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
Recopilado por: Pilar Calle de Henger
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✿ Espero que te haya gustado esta entrada y te haya sido de gran Bendición para tu vida. ✿ Dios te Bendiga Hoy y Siempre ✿
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